Los relatos publicados en este blog son el recopilatorio de historias y situaciones vividas durante parte de mi vida. Durante algún tiempo me he sentido culpable de alguna de mis relaciones antes de leer en este medio que hay mucha gente con historias similares o parecidas. Mi primera relación de sexo fue antes de cumplir los quince años, la ultima hace unos meses. Algunos de los relatos os parecerán inventados y no os culpo si no habéis vivido alguna situación similar o parecida.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Mi preñadita, Mi niña.


Mi preñadita
El relato que os cuento sucedió hace bastantes años.
Una noche sonó el teléfono
     - Miguelllllls, como estas tío.
La voz al otro lado del teléfono me era familiar:
 - Quien eres? - pregunte
     - Joder tío, soy Luis.
Era un antiguo compañero del servicio, era maestro y según me contó enseñaba en un pequeño pueblo de la provincia Me explicaba que cuando acabara la mili iba a entrar a enseñar en un colegio religioso.
Me sorprendió su familiaridad porque nuestra relación nunca fue especialmente estrecha. Solo manteníamos contacto a través del teléfono en los mas de diez años que habían pasado desde que nos licenciamos solo nos habíamos visto dos veces en el que el había visitado Barcelona.
     -Te cuento -continuo- me tienes que hacer un favor, resulta que mi esposa, que como sabes es medico.
Yo no sabia nada.
     -Ha aprobado unas oposiciones a INSS y la mandan tres semanas a hacer unas practicas a Barcelona y me acorde que tu siempre hablabas de que tenias una casa grande  y sitio en tu casa si alguna vez te llegaba un invitado, así que sin abusar de tu hospitalidad me harías un gran favor si fuera posible que Lidia, mi mujer se alojara estas tres semanas en tu casa, solo de lunes a viernes, los fines de semana volvería a Madrid.
Durante unos segundos dude si ponerle una excusa, finalmente accedí.
     - OK, no hay problema - conteste aunque no muy convencido.
A los tres días apareció Luis acompañando de Lidia, su esposa, ella tenía unos treinta años y su embarazo (cuatro meses) comenzaba a ser bastante visible. Tras las presentaciones, me excuse porque ese día tenía una cita y le dejé a Lidia un juego de llaves de la casa para que pudiera entrar y salir a su antojo. La verdad es que Lidia se pasaba todo el día fuera, solo nos veíamos a ultima hora para cenar, ella era lo que se dice una chica de su casa y como tal había sido educada, todas las noches cuando yo aparecía el olor a comida casera y caliente me levantaba el animo, la verdad es que cocinaba muy bien.
     -Vaya Lidia, acostumbrado a encargar cenas a domicilio cada noche me das una alegría, cocinas muy bien, con las delicadeza que preparas cada noche la cena cuando te marches me voy a echar a llorar.
Le dije a modo de halago. Ella se mostraba bastante distante tímida y recatada, desde su llegada fue la primera vez que la había visto sonreír.
Esa noche había bebido mucho y me levante a orinar al poco de acostarme y al pasar por delante de la puerta de su habitación oí un ligero murmullo, me detuve y apoyé la oreja a la puerta, en esos momentos pensé que eran gemidos de placer, que la preñadita se desfogaba con sus deditos en la tranquilidad de la noche, una sonrisa ilumino mi cara, aunque decidí de momento no actuar, ella era lo que se dice una mujer de principios, pero la idea de ponerle unos buenos cuernos al prepotente de su marido me hizo pensar en una estrategia para tener un acercamiento.
A partir de ese día comencé la táctica de hacerme el despistado, dejaba alguna revista porno olvidada en el salón, alguna peli porno dentro del video y en un alarde de atrevimiento un día deje conectado el ordenador a Internet en una página porno especializada en las posturas de hacer el amor las preñadas. Sin ofenderla ni faltarle en ningún momento el respeto mi tono de voz y mis actos comenzaron a ser algo mas insinuantes, sonreía cuando me miraba, los de ella también cambiaron.
Así paso la primera semana casi sin darme cuenta, al siguiente lunes a la hora de la cena vi a Lidia mas activa y contenta de lo habitual mientras terminaba de preparar la cena, aproveche para sacar una botella de vino de mi pequeña bodega y servirlo durante la comida con bastante generosidad, tanta generosidad que a mitad de la cena la botella se había vaciado y tuve que ir a por otra, la conversación era fluida y ella se sorprendió cuando le confesé que yo no era el típico amigo de su marido.
     -Si quieres que te diga la verdad Lidia, ni típico ni nada, nunca he sido amigo de Luis, solo fuimos compañeros de fatigas en la mili y punto, nunca me ha gustado su servilismo y su religiosidad hipócrita.
Ella agacho la cabeza seria y algo compungida.
     -Hey hey, no te enfades por favor, sabes que lo que he dicho de tu marido es cierto, pero hay una cosa que hace que se lo perdone todo.
     - Cual?
Respondió ella algo mas animada.
     -Haberme permitido conocerte y convivir estos días maravillosos contigo y los que quedan, eres una mujer muy hermosa e inteligente.
Volvió a agachar la mirada un poco sonrojada, no estaba muy acostumbrada a los halagos.
Cuando terminamos de cenar Lidia estaba un pelin achispada por el vino, la chimenea ardía en todo su esplendor y eso aumentaba la temperatura de los cuerpos, ella se disculpó retirándose a su habitación y a los pocos minutos volvió en pijama.
     -Ufffff mi cabeza - No estoy acostumbrada al beber.
Dijo mientras se dejaba caer a mi lado en el sofá.
Sin decirle nada me levante y me puse tras ella, dándole un masaje en la cien con la yema de los dedos, echo su cabeza hacia atrás mientras se relajaba con mi masaje, este movimiento y el botón de arriba de la camisa del pijama desabrochado me permitieron ver parte de sus bonitos pechos un poco hinchadas por la preñez, algo que me puso a mil por hora, haciendo que mi pantalón comenzara a sentir la excitación, me contuve, pensando que hay que saber buscar el momento para cada cosa.
Me volví a sentar a su lado intentando disimular mi excitación y la invite a que se tumbara y apoyara su cabeza sobre mis muslos, lo hizo sin reparos cariñosamente comencé a acariciar su bonita melena, el cuello y la cara, estuvimos así hasta casi la una de la madrugada, esa noche no intente pasar de las caricias superficiales, no sin deseos de profundizar, esa noche se había roto el hielo entre los dos, si tenia que llegar algo mas ya llegaría. Esa noche nos despedimos y nos fuimos cada uno a su habitación, al pasar por delante de la mía me dijo.
     - Miguel, me lo he pasado muy bien, gracias por la velada.
Antes de entrar en su habitación me dio un beso, un beso que iba a ser en la mejilla y que picadamente al girar yo la cara fue en los labios, aunque solo un suave roce, ella me regaló una bonita sonrisa.
Al día siguiente cuando llegue pasadas  las ocho de la tarde Lidia ya estaba en casa, desde que ella llegó el desorden habitual no existía, todo estaba recogido, cada cosa en su sitio y la casa limpia, además hacia mi cama, cosa que yo solo hacía un par de veces a la semana, vamos un autentico lujo para un soltero solitario desorganizado como era yo. Ella ya se había puesto el pijama, después de saludarla entré en el cuarto de baño a darme una ducha. Cuando salí la vi en la cocina intentando preparar la cena, entonces le dije.
     - Creo que esta noche deberías de pasar de cocinar Lidia, has trabajado bastante durante todos estos días, ¿Qué te parece si encargo algo de comer al restaurante de abajo que son amigos míos y me lo suben sin problemas? ¿te parece bien?
     - No hace falta Miguel, la preparo en un momento.
Insistí en que me gustaría hacerlo
     - Bueno  como tú quieras.
Lidia andaba en pijama el cual le marcaba la preñez de su barriguita, yo me puse un chándal sin nada debajo, cenamos mientras conversábamos amigablemente, nos volvimos a beber una nueva botella de vino.
     - Lo que me dijiste ayer de mi marido, lo he pensado y reconozco que tienes razón, es verdad, que es un hombre muy superficial, me imagino que a ti te parecería muy clásico
   - Que no te importe lo que a mi me parezca Lidia, lo que importa es que sea bueno para ti y te haga feliz.
     - Ese es el caso, que no lo se muy bien, mi experiencia con los hombres es muy escasa.
     - Escasa? ¿Cómo de escasa?
     - Siíí, Luis ha sido y es el único hombre en mi vida.
     - No fastidies, no me lo puedo creer.
     - Pues puedes creértelo.
     -Me estas diciendo que una mujer hermosa, inteligente, simpática y abierta,  que se ha pasado mas de cinco años en la universidad no probaste con nadie  antes de elegir?
Le pregunte sinceramente quedando sorprendido.
     -Así es Miguel, Luis fue mi novio de toda la vida, el y su familia siempre han sido muy conservadores, le conocí con 14 años, nos hicimos novios hasta que cumplí los 25 y nos casamos.
     - Lidia ahora me dirás que fuiste virgen al matrimonio y ya me muero del susto.
     - Pues no te equivocas, así fue.
     - Intentas decirme que ese hombre tuvo durante siete años una novia tan bonita y maravillosa como tu y nunca intento llegar a mayores?
     - Si así es Miguel, me da un poco de vergüenza reconocerlo y hablar de esto pero el se conformaba solo con algunas masturbaciones y poco mas hasta que nos casamos.
     - Joder Lidia, discúlpame no quiero ser brusco ni poco educado pero ya te vale.
     - Si el caso es que yo alguna vez me insinuaba que estaba dispuesta a llegar a algo mas pero el nunca estuvo interesado, de hecho, aunque como supondrás no solo no soy una experta en el tema sino que estoy pegada.
     - Vale ahora solo falta que me digas que desde que te quedaste embarazada no habéis hecho el amor porque por ahí hay circulando un tabú cristiano que dice que solo se deben mantener relaciones para reproducir y que las embarazadas no pueden hacerlo durante los nueve meses?
Le pregunte simulando cierto mosqueo e incredulidad.
     - Si Miguel, yo también he estado creyendo que no se podia hacer hasta queee.
- Hasta que que?
Le pregunte mirándola fijamente a los ojos.
     - Hasta que vi el otro día en el ordenador una pagina de Internet que dejaste abierta.
     - Lo siento Lidia, fue un descuido por mi parte.
Le dije aparentando indignación, perdona si herí tu sensibilidad de verdad no quise...lo siento mucho.
     - El caso es que cuando vi la pagina al principio me dio mucho asco, después me asombre bastante, porque.
     - Porque quee, venga Lidia no dejes las frases a la mitad, estamos en confianza.
     - El caso es que esas chicas embarazadas hacen cosas que yo no sabia que se podían hacer, ni siquiera en la noche de bodas.
     - No es culpa tuya Lidia, seguro que eres una mujer genial y una compañera de viaje  maravillosa, si al lado tuyo hubiera un hombre con imaginación y sin complejos pero en fin, mi política es no inmiscuirme jamás en las relaciones de una pareja, pero una cosa si te digo aquí y ahora y espero que no te ofendas ni te lo tomes a mal, yo soy un hombre muy liberal, discreto y sincero, cualquier cosa que necesites de mi, aquí me tienes a tu absoluta disposición, sin compromisos, sin malos rollos OK?
     - Gracias Miguel.
Brindamos y nos sentamos a ver la televisión, a los pocos minutos sin que yo se lo dijera Lidia se tumbo con la cabeza en mis muslos como la noche anterior, yo comencé a acariciarle el pelo, esta vez su pijama tenia abierto dos botones y sus preciosos pechos blancos e hinchados se ofrecían a mi vista con la excepción de sus pezones, acaricie su barbilla y fui bajando mi mano suavemente y sin prisas hacia su pecho, rozando el inicio de sus turgencias, sin apresurarme, su piel era muy suave, no solo no expreso ningún rechazo sino que se acomodo de lado, no invitándome pero quizás sugiriéndome que le gustaba, le eche valor y bajé mis manos suavemente por uno de sus pechos aprisionando levemente su pezón, ella se movió y gimió levemente, estuve masajeándole y acariciándole el pecho, su tacto era  maravilloso, estuve así durante casi quince minutos hasta que ella se incorporo y se quedo mirándome, acerque mi cara a su cara poco a poco y busque sus labios, los encontré sin oposición nos fundimos en un beso, ella acariciaba mi cabeza, mi cuello, yo besaba su cara y los óvulos de sus orejas, desabroche totalmente la camisa de su pijama y pude ver sus hermosos pechos y su incipiente barriguita, comencé a lamer y chupar sus pezones y sus gemidos fueron aumentando, me encantaba chupar sus pechos, a eso hay que sumarle que los pechos de mi preñadita Lidia tenían una maravillosa textura y sabor y que su respuesta a mis caricias bucales eran tremendas, cuando llevaba diez minutos Lidia estaba a punto de correrse por segunda vez.
La mire entre cariñoso y sorprendido, ella tímidamente y bajando la mirada me confeso:
    - Siempre los he tenido muy sensibles, y ahora con el embarazo más todavía.
Continué lamiendo y chupando, acariciando su barriguita otro buen rato, mi mano iba haciendo progresos bajando entre la tela del pijama acercándose a su pubis, cuando llegó se encontró que su vello pubico era muy suave al tacto, al llegar a su rajita la encontré súper mojadísima, con los pelitos pegados, cuando localice su clítoris y comencé a acariciarlo y frotarlo suavemente además de seguir chupando alternativamente sus pezones, que me obsequiaban con un exquisito sabor, sus respiración siguió agitándose y sus gemidos eran mas continuos, de nuevo su corrida, su orgasmo, fue su desahogo, lo que percibí intenso y liberador, cuando se tranquilizó me dijo que se sentía avergonzada, me pidió disculpas por su comportamiento y se fue a su habitación, no hice ningún intento de seguirla para reanudar el juego, mi primera regla siempre ha sido el respetar la decisión de la mujer que esté conmigo. Me fui a la cama y no pude evitar hacer me una sonora paja a su salud.
Al día siguiente tuve varias reuniones y llegue bastante tarde a casa, la cena estaba preparada y servida en la mesa.
     - Hola miguel, vaya horas, espero que no creas que he abusado de tu hospitalidad y confianza porque haber sacado una botella de vino blanco de tu bodega.
     - Puedes sacar una y todas las que quieras preciosa, siempre será un placer compartirlo todo contigo.
Le dije mientras me dirigía a ella y la besaba en la boca, se sonrojo y agacho la mirada. Todo contestó ella con una mirada picara.
Todo le volví a repetir mientras me sentaba frente a ella y le pregunte.
     - Lidia has dormido bien?
     - Muy bien Miguel, aunque tarde un poco en dormirme por los ruidos que hacia tu cama, contesto un pelin picara.
     - Disculpa pero es que.
     - Miguel quien se tiene que disculpar soy yo por dejarte como te deje.
Me contestó sonriente. Cenamos y reanudamos nuestra rutina, ella volvió a tumbarse sobre mis muslos en el sofá, ambos mirábamos la televisión, ella se desabrocho la parte superior del pijama a modo de invitación, acepte el gesto y comencé a acariciar sus pechos, ya había confianza y ella gemía sin cortarse, sus tetitas duras, hinchadas y tersas eran un placer para mis dedos, me incorpore y la tumbe en el sofá, yo de rodillas sobre la alfombra besaba sus labios, besaba sus pechos y su barriguita cuando llegue al ombligo seguí bajando y ella sin decir nada se bajó el pantalón del pijama lanzándolo sobre el sillón de enfrente, no llevaba braguitas, cuando mi lengua llego a su rajita estaba inundada por sus jugos, los bebí, lamí y cuando localice su clítoris, fue fácil, ya estaba abultado por la excitación, me empeñe a tope en el alternado con penetraciones de mi lengua es su coñito, ella abrió las piernas y se entrego al placer, estuve casi media hora besando, lamiendo y comiéndole el coñito con premeditación, sintiendo caer un orgasmo tras otro hasta que tuve la sensación de que si no paraba me iba a correr allí mismo y tampoco era esa mi intención esa noche.
Cuando me incorpore la vi tumbada en el sofá abierta de piernas, estaba hermosa, con la cara sonrojada, las tetas erguidas, su barriguita prominente y el brillo mágico de su flujo inundando los pilitos de su pubis.
Me miro sonriente.
     - No te preocupes Miguel esta noche no me iré a la cama dejándote así.
Su mirada estaba posada en el bulto de mi pantalón, pero me tienes que ayudar por favor, no se que hacer ni como se debe hacer, solo te pido que me ayudes y cuando me penetres no me hagas daño, por el bulto del pantalón tu cosa es muy grande.
     -No te haría daño por nada del mundo preciosa mi niña.
Lo de mi niña le gustó, me desnude y ella miro fijamente mi pene, era la segunda de verdad que veía en su vida, cogí una de sus manos  y la lleve a mi pene, ella suavemente comenzó a pajearme sin saber mucho como hacerlo mientras exclamaba lo grande y dura que la tenía, yo de pie, ella sentada en el sofá, acerco sus labios a la cabeza de mi polla y la beso dulcemente, comenzó a lamerla mientras me pajeaba pausadamente. Subió su mirada y musito ingenuamente:
     -Debes disculparme es la primera vez que lo hago nunca se lo he hecho a mi marido.
A continuación se metió la cabeza del pene entre sus labios y comenzó a chuparmela, yo le decía.
     - Lo haces muy bien mi niña, Lidia preciosa.
Le decía mientras acariciaba su cabeza y su cabello, mis manos le marcaban el ritmo de la mamada.
     - Lidia te apetece venir a mi cama.
Ella se levanto sin responder con palabras, su mirada lo hacia por su garganta, estaba deseosa de sentirme en su interior, solo llevaba la parte superior del pijama abierta, estaba en la plenitud de su preñez, su  cuerpo era realmente hermoso, en ese momento en el que las mujeres están mas hermosas y mas deseosas de sexo, iba a ser la primera vez que me lo hacía con una preñada, según había leído, se corren como locas (y los hombres igualmente fallándolas), el jilipollas de Luis, “su marido” había declinado ese placer. Sería pedazo de imbecil.
En la cama ya los dos desnudos fue todo tierno y dulce, lo que Lidia deseaba y merecía, bese y lamí sus pechos hasta hacerla gemir de placer, bese y acaricie su sexo hasta que me decidí a penetrarla, abrí sus piernas, apoyé mis manos en el colchón flexionando mi cuerpo solo rozándolo para no lastimarla con el peso, mi polla busco y encontró la entrada de su mojada rajita, la penetre suavemente sin prisa, primero la punta y luego poco a poco me fui hundiendo hasta sentir mi polla hasta los testículos, su rajita era bastante estrecha, debido a que su marido la tenía pequeña, nadie había profanado su tesoro hasta esa noche, juraría que en momento de completar la penetración sentí como su cuerpo recibía una descarga, su sexo caliente abrazaba mi pene y lo estrujada como queriendo ordeñarlo, estaba encharcado de sus jugos, su respiración aumentaba por momentos siendo entrecortada y sinuosa, comencé un suave mete y saca rozando solo su cuerpo en mis embestidas, sin apretarme a su cuerpo para no lastimarla  pero hundiéndome hasta sentir los testículos impactar entre sus muslos, a los pocos minutos se había convertido en un mete y saca cada vez mas rápido. Lidia gritaba de placer retorciéndose de gusto bajo mi cuerpo arqueando su cintura hacia arriba cuando la sentía hasta el fondo, tumbada de espaldas con las piernas bien abiertas y sus manos en mi cintura yo coleándole a tope,  besando y mordiendo sus pechos, me corrí como hacia tiempo no lo hacía, mezclando sus jugos con mi semen en su rajita mientras a Lidia le temblaba todo el cuerpo del placer que sentía.
     - Ohhhh, Diossss, esto es maravilloso, el mejor polvo de mi vida, gracias Miguel, no sabía lo que era disfrutar del sexo hasta hacerlo contigo.
     - Gracias a ti mi niña preciosa, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Me deje caer un lado para no aplastar su cuerpo y abrazados en esa posición y con la polla toda dentro sintiendo como las paredes de su sexo me la estrujaba nos quedamos casi dormidos, no se el tiempo que paso pero cuando volví a la realidad sentí que mi polla aun estaba dura dentro del coñito de Lidia y la presión que este seguía haciendo sobre ella, hacía movimientos musculares con su rajita apretándome la polla, suavemente en esa posición comencé a culearle y sin sacársela, pasados unos minutos la hice poner a cuatro patas sobre la cama con la cabeza apoyada sobre el cabezal de la cama, fue apoteósico, acariciaba su barriguita preñada, masajeaba sus pechos, pellizcándole los pezones y fallándola a cuatro patas sin contemplaciones, sentí como se corría de gusto varias veces seguidas entre gemidos y jadeos profundos, ella seguía pidiendo mas y mas.
     - Miguel, Miguel, ay, ay que gusto ohhh, que gusto ay, ayyyy, como me follas, la estoy sintiendo toda dentro que gusto me das, como me follas, sigue, sigue no pares, dame mas, mas Mass ahhhhhhhh.
     -Así me gusta mi preñadita, que te guste que te folle, con tu coñito bien abierto y mojado, como me gusta hundirme hasta el fondo.
     - Si siiii Miguel, ay que gusto me das, clávamela toda.
     - Eso estoy haciendo, te voy a llenar todo el coñito de elixir.
     -Siiiiiii, lléname, dámelo todo, ay, ayyyy, como me estas llenando, si, siíí,  me vuelves loca.
Esta vez a mi me temblaron hasta los pelos de la coronilla, clavándosela hasta la raíz se la deje dentro y me corrí en sus entrañas sintiendo como salía el semen a borbotones y como ella apretaba su rajita ordeñándome y recibiéndola, a cada embestida el semen le bajaba por sus muslos.
     -Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, tómala todoaaa mi niña, toda para ti.
     -Ayyyyyyyy. Siiiii, dámela toda, corretee en mi coñito, ayyyyy, como la siento en mis entrañas,, toda para mi, siiiiii.
Los dos sudamos a tope, me sentía pletórico tras el pedazo de polvo que acababa de echarle a mi preciosa preñadita.
A partir de esa noche de lunes a viernes vivimos como marido y mujer follando como locos, el curso de Lidia paso de durar tres semanas a durar mas del doble, lo hicimos de todas las posturas y maneras que el imbecil y recatado de su marido le había negado por su asqueroso puritanismo machista. En su ultima semana en casa y mientras mirábamos en Internet fotos de preñadas que se lo hacían con tíos se quedo impresionada al ver como una chica preñada de casi ocho meses se lo montaba con un negro con una imponente polla, se la metía por el culo, dándome un codazo cómplice y con una sonrisa me dijo:
     - A mi no me mandas para Lérida sin que yo pruebe eso.
Yo encantado le respondí pero ya sabes que mis medidas no son las del negro precisamente.
     -Ya quisiera mi marido tenerla ni la mitad que la tuya y darme el gusto que me das tu, la del negro puede ser mas grande pero seguro que no me daría ni la mitad del gusto que tu me das, la tuya me gusta mas.
No dije nada, para que, la verdad es que después de su parrafada su comentario era impagable.
Esa noche después de cenar y el calentamiento previo en el sofá nos pusimos manos a la obra, volví a darle unos buenos lengüetazas en todo su cuerpo entreteniéndome mas entre sus piernas que la hicieron gritar del gusto, primero le metí un dedo en su virgen culito y después otro lubricándolo bien con crema hidratante, cuando la vi lo suficientemente caliente y dispuesta lo hicimos de una forma  que no le incomodara su barriguita, primero yo sentado en una silla y ella dándome la espalda sentándose sobre mis piernas intentaba metérsela. Tres veces le entró el capullo y tres veces se lo saco quejándose del dolor, decía que se le iba a romper su culito, a la cuarta fue la vencida, el capullo le entro, yo le abrí los muslos hacia fuera y le entró la polla hasta la mitad, ella seguía quejándose del dolor, me quede quieto para que se acomodara y comencé a acariciarle los pechos y el clítoris, poco a poco, el gusto y el cansancio de la posición hizo que se fuera dejando caer sobre mi hasta que se quedo bien apretada sentada sobre mis piernas, lo que es lo mismo con mi polla toda hundida dentro de su estrecho culito hasta los testículos, la sensación era deliciosa, sus nalgas pegadas a mis huevos, sus piernas abiertas con su rajita dispuesta a las caricias de mis dedos, mi otra mano libre acariciaba su barriguita y magreaba sus pechos alternativamente, primero uno y después el otro, en pocos de minutos era ella la que se levantaba para volver a sentarse y clavársela hasta el fondo, se la sacó y se dio la vuelta abierta de piernas entre las mías se la volvió a poner en la entrada de su culito y dejándose caer  se lo hundió hasta el fondo, esta vez con menos dolor, en esa posición abrazados nos besábamos, era ella la que se movía, se  levantaba y volvía a dejarse caer hasta sentirla toda dentro de su culito, mi preñadita se movía levantadote y sentadonse cada vez mas rápido, se la sacaba casi entera dejando solo el capullo dentro y se la volvía clavar hasta la raíz de nuevo, en pleno éxtasis Lidia se desinhibió completamente y comenzó a decir frases entrecortadas algunas bastante subidas de tono que me puso fuera de mi.
     -Ay¡ Miguel, Miguellll, ay, que me haces? como me la metes, ayyy mi culito, me lo has roto, ay Miguel como me gusta también por el culo, si, si¡iii, como la siento, como siento lleno mi culito.
     - Eso es preñadita mía, sigue moviéndote que me voy a correr en tu culito, siente que  telo voy a llenar todo.
     -Ay¡ ayyy Miguel que gusto siii. Si, llénamelo, llénamelo, ayyyy, me lo estas destrozando, ayyyy que gusto Miguel, por dios que gustoooooo, ohhhhhh.
     -Ay Miguel, me muero de gustó me la tienes bien clavada, ayyyy ahhhh ohhhh.
La corrida fue abundante e inenarrable, cada vez que mi polla expulsaba un chorro de leche caliente en sus entrañas ella apretaba el culo y gritaba.
     - Guauu¡¡ ohhhhh, que gustazo, que caliente esta tu leche, como la siento dentro de mi culo, mas caliente que en mi coñito.
Me decía casi gritando moviendo su culito mientras me derramaba en su interior hasta dejar mis huevos secos. Que bueno es follar con una preñada, tienen un especial sentido para hacerlo y Lidia además era una mujer fogosa y maravillosa.
Ese fin de semana ella se fue a Lérida, su pueblo, a los pocos meses antes de dar a luz mando a la mierda a su marido con el consiguiente escándalo familiar. Nos seguimos viendo durante una temporada, a veces se pasaba una semanita por Barcelona con la excusa de algún curso y se venía a mi casa, cuando su hija ya había cumplido dos años me anunció que se iba a estados unidos a Boston a trabajar a un hospital, Antes de un año me envió un email en el que me anunciaba su nueva maternidad y esta vez había sido niño y que pensaba llamarlo Miguel en honor a nuestra amistad, pasaron los años y perdimos el contacto pero para mi siempre es y será mi preñadita.