VARIOS MESES DESPUÉS
Habían pasado varios meses
desde que conocí a Ana, con buenos momentos y otros menos buenos, ella pasó por
una fase de arrepentimiento, de no seguir viéndonos porque se sentía mal de
seguir engañando a su marido. El caso es que estaba hecho un lío, así estuvo
durante varios meses, yo no quise intervenir en ninguna decisión que tomase.
Un día me dijo que necesitaba aclarar sus ideas y para
eso necesitaba no verme durante un tiempo, acepte su decisión diciéndole que
siempre estaría cuando ella me necesitara.
En tres semanas no supe nada de ella aunque no me
la dejaba de pensar en ella, y deseaba volver a verla, intentaba distraerme en mi
trabajo y con mis amigos para superar su ausencia.
Un viernes a la noche cuando salía del
gimnasio la vi medio escondida en un
portal, al veme vino hacia mi a hablar conmigo, como siempre estaba guapísima,
vestía un abrigo tres cuartos, un pañuelo al cuello y un gorrito que le hacia
una imagen muy juvenil.
- Que tal Miguel,
¿Como estas?
Con una sonrisa que la hacía aun más atractiva se
acercó y me dio dos besos en la cara.
¿Tienes mucha prisa? ¿O podemos hablar?
La notaba nerviosa, le temblaban los labios al
hablar y también algo mas delgada, en ese momento mirándola a los ojos tenía el
convencimiento que me venía a decirme que lo nuestro no podía seguir, que teníamos
que dejarle vernos.
- Hola Ana, acabo de salir del gimnasio, me iba
para casa a darme una ducha, y cenar algo, ver un rato la tele, antes de irme a dormir.
¿Y tú Qué tal
estas?, ¿hacía tiempo que no sabía nada de ti?
- Bien, estoy
bien, no te preocupes, mejor de lo que yo esperaba, hay veces que es muy
difícil tomar una decisión y quería hablar contigo.
Le dije si quería que fuéramos a tomar algo a una
cafetería que había a varias manzanas de allí, me contestó que no, que podrían
vernos y no quería tener mas problemas de los que ya tenía, entonces fue ella
la que me dijo el porque no íbamos a mi casa le contesté que ya sabía no vivía
solo, que quizás estuviera en casa mi compañero Javier, me dijo que NO le
importaba, que solo íbamos a hablar, la verdad es que cada minuto que pasaba
estaba mas seguro que venía a decirme que nuestra relación no podía seguir. Desde
la portería llame al piso para avisar a Javier que subía acompañado por si estaba
poco visible como solía ir siempre por el piso, en gayumbos, no contestó nadie
por lo que no debía de estar. Subimos en el ascensor hasta la cuarta planta que
era donde estaba el piso, solo cerrarse las puertas del ascensor se colgó de mi
cuello y nos besamos, la invité a pasar excusándome del desorden, que
comprendiera que éramos dos chicos solteros. Era la primera vez que subía una
chica a casa y así se lo hice saber, la guié hasta la sala, nos sentamos en el
sillón y le dije que no demorara mas lo que le que me tenía que decir, aunque
yo lo presentía.
- Antes de decirte
nada me gustaría saber si un día dejamos de tener sexo, ¿seguirás siendo mi
amigo? ¿Seguirás hablando conmigo?
Trague saliva esperando sus siguientes palabras,
que pensaba iban a ser que no volveríamos a estar juntos, le contesté que si, que
por supuesto nunca dejaría de hablarle ni dejaría de ser su amigo, que si
pensaba otra cosa era que no me conocía bien, siempre le había dicho que para
mi la amistad esta por encima de muchas otras cosas y que comprendía que su
situación era complicada y aceptaría fuera cual fuera su decisión, intentaba
que ella no notara el mal trago que estaba pasando.
La verdad era que Ana para mi era algo más que una
mujer con la que me lo pasaba más que bien practicando sexo, era una buena
amiga, una amiga muy especial y ella lo sabía, nunca la olvidaría ni dejaría de
hablar con ella.
Saco una de sus sonrisas más bellas y picaronamente
me dijo.
- Hay mi niño, que
mala he sido contigo, tenía muchas ganas de arreglar esto de alguna manera.
ENFERMERA Se levantó del sillón,
me dio un beso en la mejilla y se quitó la prenda de abrigo, debajo llevaba un
vestido rojo, se fue desabrochando el abrigo poco a poco, me dio la espalda y
se lo quito muy despacio, Se dio la vuelta y terminó por dejar caer el abrigo
al suelo, sus pechos erguidos, luchaban por salir de la fina tela del vestido
que dejaba al descubierto toda su espalda, se sentó en el sillón de enfrente y
al cruzar las piernas pude ver sus braguitas, eran rojas como el color del
vestido. En ese momento debía tener cara de idiota porque ella no paraba de
reírse observando como no quitaba ojo de entre sus piernas.
-Te gusta mi
modelito?
- Precioso, como
todo lo que tu te pones.
No supe contestar otra cosa, estaba idiotizado mirándola.
Ella también me miraba con deseo, sonreía con descaro, su pelo suelto formaba
una melena salvaje, se movía despacio, con sensualidad, lo había ensayado para
la ocasión, no podía ser natural, demasiado perfecto todo.
Se levantó y caminó hacia mí, abrió sus piernas y
se sentó a horcajadas sobre mis piernas llevando sus manos a mi cuello y besándome
en los labios. Bajó sus manos a mi bragueta intentando abrir la cremallera del
pantalón, yo le sujeté las manos diciéndole que estaba sudado y tenía que
ducharme antes.
Me levanté y me fui al baño, mientras me duchaba seguíamos
hablando, no había cerrado la puerta del baño y mientras me secaba entro ella,
al verme desnudo y medio excitado.
-
Mira que cosita tenemos aquí, ¿qué es esto? ¿Por qué está así de triste?, me
miraba a los ojos con cara de bicho malo.
Yo me había excitado solo verla quitarse la prenda
de abrigo y ver el vestidito rojo que le marcaba las curvas de su cuerpo,
aquello superaba todo lo que había visto hasta esa noche. Estaba más que
atractiva, me costó controlarme y no hacerla mía allí mismo en el cuarto de
baño cosa que estaba seguro a lo que ella no se iba a negar.
Javi había dejado una nota en la que decía que se
había marchado con unos amigos a Siches a pasar el fin de semana y no volvería
hasta la noche del domingo. Entonces le propuse a Ana salir a cenar los dos, al
principio vi duda en su cara no le parecía una idea muy acertada ya que podían
vernos, su marido estaba fuera, pero tenía miedo de nos vieran y llegara a
enterarse algún familiar y le fuera con el cuento a su marido. Le propuse irnos
a un lugar a 150 Km .
que conocí en una de mis vacaciones, por autopista solo a poco mas de una hora
de coche.
Disfrutamos de una cena romántica y bonita durante
la cual nos olvidamos de cualquier otra cosa que no fuera mirarnos, teníamos
una charla pendiente pero ninguno de los dos deseábamos abordarla, después de
cenar y cuando volvíamos ella me propuso pasar la noche conmigo en mi casa mas
que proposición casi fue una suplica a la que me fue imposible negarme. Decía
que quizás no tuviéramos otra ocasión de pasar una noche juntos y despertarnos
juntos. Oyéndola todo me sonaba a despedida. El trayecto de vuelta lo hicimos
en diez minutos menos que el de ida, entramos en casa y ella reseguida se tiró
a mi cuela sacándome la ropa con desesperación, como si fuera la ultima vez que
íbamos a estar juntos, todo esto era lo que mi liada cabeza pensaba.
Las ropas quedaron esparcidas
por el suelo del piso en los pocos metros que había de la puerta a mi
habitación.
Nos estiramos en la cama sin dejar de besarnos y
solo teníamos nuestra piel para taparnos, lo que otras veces había sido
desenfreno y lujuria esa noche fue cariño y ternura, notaba como su vello de
erizaba a mis caricias y como su cuerpo temblaba solo sentir mis dedos recorrer
su cuerpo, acariciaba mi pene con una suavidad y dulzura desconocida para mi,
su respiración era relajada y tranquila, muy despacio sentía como sus vibraciones
aumentaban hasta sentirla gemir apretada ami cuerpo sin que mi pene hubiera
rozado su hendidura.
Después de este primer orgasmo ella me brindo su
cuerpo estirando de mis manos para que me pusiera sobre ella, al sentir mi pene
buscando la entrada de su sexo me susurró bajito al oído.
- Mi amor adlo
despacio, muy despacio, quiero sentir como me penetras milímetro a milímetro
hasta sentirte todo dentro.
Esa noche no
paraba de hablar de susurrar palabras cariñosas y tiernas, era algo
desconocido para mi, siempre había sido ruidosa y gritona en sus orgasmos. Ella
controlaba, me decía.
- Mi amor los dos,
los dos juntos.
En pocos minutos los dos llegamos a un orgasmo, su
cuerpo tembló al recibir la descarga acomunada de adrenalina que inundo sus
entrañas, sus gemidos eran ahogados y su respiración profunda, al llegar a la
cima del clímax oí un ruido agudo de su garganta y su cuerpo quedó desplomada
bajo el mío, me asuste pensando que le pasaba algo, durante unos segundos sus
ojos permanecieron cerrados y su cuerpo como si se hubiera desmayado. Tocaba su
cara intentando hacerla volver en si, al notar como sus parpados se movían ligeramente y comenzó a abrir los ojos respiré algo mas
tranquilo.
Le pregunté que le había pasado, tardo unos
segundos en responder para decirme que no lo sabía, pero que se encontraba
mejor que en la gloria, esa fue su única respuesta. Nos abrazamos después de
taparnos con las sabanas y permanecimos así un buen rato, ella respiraba
relajada a poyada sobre mi pecho. Pasados unos minutos cuando hablábamos tranquilamente
me atrevi a decirle.
- Ana esto es un
despedida verdad?
Ella sorprendida se incorporó hasta sentarse en la
cama y con los ojos muy abiertos me dijo.
- Una despedida de
que, ¿quien dijo eso?
Volví a preguntarle.
- ¿Es esta noche la
ultima que vamos a estar juntos?
Sin mediar palabra retiró la ropa que nos tapaba y
llevó sus manos a mi pene que permanecía medio flácido hablándole como si
pudiera entenderla.
- ¿Eso crees tu pequeñín,
que te vas a librar de mi, ni lo sueñes.
Se dejo caer sobre mis piernas y comenzó a
acariciar mis testículos y mover de arriba abajo su mano sobre el tronco de mi
pene hasta volverlo a poner duro y tieso. Le dio unos golpecitos cariñosos con
su mano hablándole cariñosamente.
- ¿Quieres
librarte de mi? Te voy a enseñar quien manda aquí.
Mirándome a los ojos y con esa sonrisa que yo tanto
conocía, me estaba poniendo más cachondo que nunca. Se incorporó pasando sus
piernas a cada lado de mi cintura quedando apoyada en sus rodillas, con su mano
izquierda se llevo el pene a la entrada de su rajita, poco a poco fue dejándose
caer hacía abajo hasta tenerla toda clavada hasta los huevos, se quedo quieta
unos segundos apretada sintiendo palpitar en sus entrañas la barra de
carne caliente. Besaba mis labios con
pasión, empezó a moverse muy despacio levantándose hasta dejar solo la punta
dentro y volvía a dejarse caer hasta sentirla tocar en el fondo de sus entrañas,
rotaba sus caderas sobre el pene, el placer que empezaba a sentir era mucho,
sus gemidos eran apagados por mi lengua que estaba en el interior de su boca, Ana
se movía cada vez más rápido, al moverse hacia arriba sentía las contracciones
de su rajita como apretaban mi pene intentando estrangularlo, era la señal que
estaba a punto de volver a correrse, sus
manos se agarraban fuerte ami cabeza, de repente exploto con un grito que
rompió el silencio de la habitación. Su cuerpo comenzó a temblar muchísimo y no
dejaba de mover las caderas, su respiración agitada no podía recoger el aire
que su cerebro le reclamaba, no podía continuar de lo agotada que estaba, y se
desplomó sobre mi cuerpo jadeando con suspiros profundos que me volvieron a asustar,
estaba fuertemente abrazada a mi cuerpo sin dejar que el pene saliese de su
rajita.
Estuvimos así varios
minutos sin movernos, la empujé hacia un lado, quedó tumbada con las piernas
abiertas recuperando el aliento. De su rajita salían como de si de una fuente
se tratara los fluidos de ambos mezclados manchando la sabana, los dos permanecíamos
tumbados con las respiraciones
aceleradas.
Miguel no quiero dejar de verte, ni te imaginas lo
que te he echado de menos estos días, te deseo, te quiero, no he cambiado de
opinión quiero seguir viéndote y estar contigo. Pero no puedo dejar a mi
marido, debemos ser muy cautos si se enterara de lo nuestro le haría mucho
daño, el confía plenamente en mi.
Como respuesta la bese en los labios y la rodee con
mis brazos. No dije nada, estaba todo dicho, el cansancio nos venció y nos
dormimos hasta que nos despertaron los ruidos de las gentes que subían y bajaban
por las escaleras.
Después de esa noche mi
trabajo me llevó a estar fuera una temporada en la cual solo pudimos vernos dos
o tres veces y encuentros rápidos al estar su marido en casa. El nuevo trabajo
me haría estar mas tiempo cerca y poder verla mas a menudo, la esperé a la
salida de su trabajo como hacía siempre para hablar con ella, la vi salir con
su amiga Carmen como la mayoría de veces y como se acercaban a mi coche las
dos, su semblante era serio y parecía desmejorada, le pregunté si le pasaba
algo y me contestó que no, solo que estaba muy cansada, la creí y nos
despedimos con un, ya nos veremos, volví a esperarla varias veces mas y siempre
la misma excusa, ni me llamaba como hacia en otras ocasiones cuando nos era
imposible vernos ni me decía que le pasaba. Un día fui a la sala de espera del
consultorio donde trabajaba Carmen, esperé que saliera y le dije que quería
hablar con ella, cuando acabó su trabajo nos vimos en la cafetería y le dije
que me dijera que le pasaba a Ana, me dijo que mejor te lo decía Ana, que ella
no quería meterse en los asuntos de nadie, la presioné hasta que no tubo mas
remedio que decírmelo. Ana estaba embarazada de tres meses, esta revelación me
dejo un poco Kao, Tanto le había afectado eso, un día me izo llegar una carta
en la cual me pedía perdón por la manera que se había comportado, por no
atreverse a enfrentarse y decírmelo ella, su excusa era que si me veía no podría
irse y en esos momentos no deseaba que las cosas se complicaran mas de lo que
ya estaban, nunca supe a que se refería porque nunca mas volvimos a vernos, ni
a hablar, también yo quería evitar encontrarme con ella.
Y esta es toda la historia que sucedió con Ana.