Los relatos publicados en este blog son el recopilatorio de historias y situaciones vividas durante parte de mi vida. Durante algún tiempo me he sentido culpable de alguna de mis relaciones antes de leer en este medio que hay mucha gente con historias similares o parecidas. Mi primera relación de sexo fue antes de cumplir los quince años, la ultima hace unos meses. Algunos de los relatos os parecerán inventados y no os culpo si no habéis vivido alguna situación similar o parecida.

domingo, 20 de mayo de 2012

UNA TARDE VOLVÍ AVERLA


EN MI PLAYA FABORITA.
Desde el primer día que la conocí me pregunté miles de veces que me atraía de aquella mujer. Sus ojos verdes preciosos, que ocultaba tras las gafas de sol, sin embargo desde el primer día no he podido olvidarla, esa noche a la luz de la luna, su hermoso cuerpo desnudo, sus palabras en mis oídos, sus gemidos ese te quiero suspirando.
Pasado un tiempo de nuestro encuentro un día me llamó y me dijo que se había separado y vivía sola con su hijo. Habíamos hablado muchas horas sobre diferentes temas y ella siempre me dejo claro que lo que pasó pasó, que ella no lo olvidaría jamás, que fue la noche más maravillosa de su vida pero que no debía de volver a pasar, que deseaba romper una pareja como le hicieron a ella. Supongo que lo decía por mi, aunque nunca hablamos de ello ni le comenté que mi pareja hacia años que estaba rota aunque viviéramos bajo el mismo techo

Pasaron varios años, una eternidad para mi, yo seguí bajando a esa playa cada tarde que podía, cerraba los ojos estirado en la arena y veía su silueta, su mirada limpia y una sonrisa que me cautivaba, no he podido entender que teniendo una mujer al lado como ella se pueda mirar a nadie mas, no esta en mi pretensión que se ofenda nadie pero si existen los Ángeles tienen que tener su cuerpo y su cara.
Pasaban los veranos, y seguí todas las tardes bajando a la playa, me imaginaba verla aparecer por el camino que da a la playa con su melena rubia su pareo y su bolso colgado al hombro con su hijo cogido de la mano caminando hacia la orilla de la playa que es donde siempre se ponía para que el niño jugara con la arena. Pasado un rato abría los ojos y seguía estando solo.
Nunca insistí en volver a verla aunque me moría de ganas de hacerlo. Cuando había perdido las esperanzas de volverla a ver una tarde de julio cuando estaba dormitando bajo los pinos de la parcela donde tengo instalada mi caravana, sonó el Mobil era ella nos saludamos, le pregunte como se encontraba, me quedé sin habla hacia mucho tiempo que no sabia nada de ella, que no oia su voz, mi interior me pedía preguntarle otras cosas pero no quería que se cortara la comunicación, sabia que si metía la pata preguntando lo que no debía se iría y de nuevo tardaría en volver a saber de ella, a oír su vo me pregunto. -.Donde estás? Donde siempre le respondí, esperando volver a verte algún día me atreví a decirle. Me arepentí, pensé la he cagado, durante unos segundos el teléfono se quedó mudo, me parecieron eternos, la volví a oír. -. ¿De veras? -. Claro, donde si no? -. ¿No me crees? Claro que te creo también yo he pensado mucho en ti y deseaba verte pero se que no debo, que no esta bien, no debemos hacerlo. Prometo que no intentaré besarte le dije haciendo un poco de broma, oí su risa, esa risa que tiempo atrás me hacia sentirme el hombre mas feliz de la tierra. Si me lo prometes de verdad nos vemos, como una descarga de corriente me recorrió el cuerpo desde los pies a la cabeza. Estaría hablando en serio. Le respondí. -. Te lo prometo. -. Adivinas donde estoy? Me sorprendió su pregunta. ¿Donderespondí?. -. Muy cerca de ti. Entonces adiviné que estaría en el apartamento donde pasamos aquella noche maravillosa que nunca he olvidaré.
-. En diez minutos estoy donde nos vimos la primera vez. ¿Te apetece? Colgó el teléfono.
Me puse una camiseta cogi una toalla y baje lo mas rapido que pude a la playa donde nos vimos ese día, se encontraba en el mismo lugar donde nos encontramos aquella tarde unos años atrás, tumbada en una toalla con un vestido blanco tipo ibicenco, la encontré bellísima, un poco cambiada quizás habían pasado casi tres años. Intente encontrar la figura del niño jugando en la playa pero no lo vi. Estaba sola
Me acerque muy despacito, sin hacer a penas ruido hasta llegar junto a ella. Al notar mi presencia alzó la mirada fijando sus ojos por unos segundos en los mios. Dudó si levantarse o quedarse quieta. Estaba sentada en una toalla, la seguí mirando a los ojos. Y ella sonrió. En esos momentos supe que me iba a costar cumplir mi promesa, estaba deseando abrazarla, besarla como nos besamos aquella noche bajo la luz de la luna en la terrasa de su apartamento, cuando solo estaban de testigo las estrellas. Era su sonrisa. Una sonrisa abierta, alegre, fresca… Aquella sonrisa lo iluminaba todo.
Por un momento odié el pacto que había hecho por telefono. El momento en que le había prometido estar a su lado sin tratar de besarla. Ahora eso lo cambiaría por mi vida.

“Mira”. Nos sentaremos aquí, frente a la playa, y veremos la puesta de sol juntos si prometes cumplir tu palabra, Después de prometerle que no intentaría seducirla, ella accedió a que nos sentaramos juntos. Hablamos de nuestros respectivos trabajos, de los sueños, de las ilusiones, de fantasías. Ambos disfrutábamos de la compañía del otro. En un momento dado ella había apoyado, como al descuido, su mano sobre mi muslo derecho, intentando quizá comprobar hasta donde estaba yo dispuesto a respetar el pacto. Bromeamos, jugamos, de alguna forma sin pretenderlo nos sedujimos uno al otro sin palabras premeditadas, dejándonos llevar por nuestras respectivas imaginaciones y sentimientos.
Ahora comenzaba a arrepentirme de aquella especie de pacto. Hoy después de varios años habíamos vuelto a aquel lugar, un sitio donde nadie podría molestarnos ni interrumpir nuestros pensamientos, nuestro oasis privado. Hacía rato que intentaba no pensar en sus besos, en sus caricias en la suavidad de su piel, en el sabor de sus labios. El aire del mar arrastraba hasta mí su perfume de mujer. Algo comenzaba a arder en mi interior queme costaba controlar, sabía que si ella lo notaba, se marcharía, rompiendo el encanto de ese momento,la tranquilidad de la dsifrutabamos, la vición de aquel paraje cómplice de nustro encuentro, me quedaría sin su presencia, sin su compañía.

Coloque la toalla sobre mis piernas impidiendo que Isabel pudiese ver mi incipiente erección, mientras intentaba garabatear algo en la arena algo para distraer mi pensamiento.
De pronto ella alzó la vista fijando sus ojos entrecerrados en el mar, la vi estremecerse al sentir la brisa en su piel y no hacía frío, pensé que había sido una simplemente reacción al sentir el aire fresco que le acariciaba la cara y movía sus cabellos. Contemplé de reojo su mirada perdida en el horizonte, sus manos habían ido a jugar con su pelo alborotado por el viento sobre sus rostro. Jugueteaba con él como esperando que el viento refrescara en su interior. Yo no podía apartar mis ojos de ella sin que lo notara. Mi excitación iba cada ves en aumento al ver como sus manos acariciaban los mechones de su cabellera al viento. No podía mirarla si lo hacía iba a romper mi promesa, me embargaba el deseo cada vez mas fuerte, Diossssss, como la deseaba, cuanto me costaba aguantarme y no abrazarla y apretar su cuerpo contra el mio. pero debía que contenerme.
El el sol iba cayendo lentamente, sin que ambos nos diéramos cuenta ni nos pareciera importarle que la luz diurna apenas les permitiese seguir allí, la playa se estaba quedando sola, solo quedábamos nosotros sentados en una esquina de la playa junto a unas rocas que nos protegían un poco del viento fresco que llegaba del mar.

Isabel había vuelto a inclinarse y seguía jugando con un palito dibujando en la arena, su cuello quedaba ahora muy cerca de mis labios. No pude contener el deseo de tocarla, y me incliné por detrás hasta casi rozar sus cabellos. Ella debió percibir mis movimientos, pero permaneció quieta inclinada dibujando en la arena, ¿o quizá esperando a que me decidiera, yo dudaba de besar su maravillosos cuello.
Me puse de cuclillas tras ella y rodee su cintura con mis manos acariciando la mano que sostenía el palito, mientras la besaba en el cuello. De su garganta se escapó mi nombre en un susurro mezcla de reprobación y deseo, seguido de un suave: -. “Me lo prometiste”. -. “Lo se. Respondí en el mismo tono. -. No puedo evitarlo, perdoname. -. Eres como un imán para mi Isabel. Un suspiro escapó de nuevo de sus labios mientras mi boca ardiente resbalaba por su cuello hsta sus hombros. Temí que se levantara y hechara a correr, ya no podía parar. Acerqué lentamente mi boca al oído femenino para no dejarla reaccionar, queriendo aprovechar aquel momento de debilidad que ella mostraba. “Haremos algo, le dije al oído. -. Cierra los ojos.
Puse mi mano sobre ellos obligándola a cerrarlos. Solo déjame acariciarte, pararé si me lo pidas. -. cariño piensa en ello como parte de de nuestros sueños. -. Piensa que esto no está ocurriendo, que es solo una de nuestras fantasías”. Mis palabras sonaban suaves, como una caricia en los oídos femeninos, lo sabía, quería jugar con esa sensación en ella.
La noté como se relajaba, respirar hondo, quité la mano de sus ojos y comprobé que ella los mantenía cerrados. Parecía acceder a mis peticiones, sin palabras a seguir mi juego. Sentí la erección crecer sin control alguno y la besé suavemente en los labios, casi sin rozarlos. ¡La deseaba tanto…!
La boca de Isabel se abrió al sentir mi lengua resbalar entre ellos suavemente, un gemido ahogado se escapó de mi garganta, un suspiro incontrolado recorrió su cuerpo al sentir mis manos abarcar la redondez de sus pechos. Al no sentirme rechazado me animó a seguir, no quería asustarla, pero sentía la urgencia de entrar en su interior.
Acaricié suavemente sus senos por encima de la fina tela de la blusa notando como los pezones comenzaba a endurecerse, un moviento de su cabeza hacia atrás y la aceleración de su agitada respiración me dio la confianza de seguir avanzando. Deslicé las manos bajo la blusa adueñándome de los erectos pezones femeninos, deseaba sentirlos entre mis labios, besarlos, lamerlos, chuparlos, pero contuve de nuevo mi urgencia. Ahora su cabeza se había echado hacia atrás y parecía disfrutar con las caricias en sus pechos. Volví a besar su cuello, su hombro derecho, se estaba excitando y lo percibía. Me volvía loco imaginar su sexo húmedo entre mis dedos, deseaba llegar hasta él, beber de sus jugos y hacerla mía, pero debia contenerme, ir paso a paso. “Todo a su tiempo. Pensé si se asusta perderé la oportunidad de volver a sentirla como la sentí aquella noche.
La sola idea de perder la oportunidad de volver a estar dentro de ella hizo que controlara mis impulsos. Busqué de nuevo su boca desde atrás y la encontré ávida de la suya, por lo que me animó a bajar con la mano por el vientre en busca del lugar de su deleite. La mano de ella detuvo el avance débilmente. Su lengua perdida entre la mía me animó a forzar un poco la situación y seguí avanzando. -. Por favor no lo hagas. -. No seas malo, ten piedad de mi. Casi me suplicó. Despues de varios vesos en el cuello su mano acompañó la mia hasta su ardiente hendidura. Sus piernas se abrieron frente al horizonte para permitir las caricias de mis dedos, acaricié el ansiado lugar de mis deseos. No podía más, quería besarla, comerla allí mismo. Beber en ella.
Me levanté dando la vuelta en torno a ella, quedando de rodillas frente a sus piernas, que ella había vuelto a cerrar. Me miraba sorprendida, algo asustada, pero sumirada era de deseo, de eso estaba completamente seguro. Estaba tan rxcitada y caliente como yo, no pensaba parar, no podía hacerlo.
Deridillas frente a ella y fui abriéndo despacio sus piernas, mirándola fijamente a los ojos. La cara de Isabel denotaba sensualidad, deseo… los ojos le brillaban de excitación, sospechando y deseando el momento que se aproximaba. No lo pensé más, volví a introducir mis manos bajo la falda aparté a un lado las braguitas, tas percibir en mis dedos la humedad de su sexo, la cueva tan deseada, la acaricie suavemente sin dejar de mirarla fijamente a los ojos, Isabel se dejo caer hacia atras cerrando los ojos y mordiendose los labios. Intentaba ahogar sus gemidos de placer. La mire con una leve sonrisa y quite la mano de entre sus piernas, me gustaba sentir la humedad caliente de su sexo en mis dedos, me volvía loco su aroma de hembra en celo, la de mujer ardiente y deseosa. Le sonreí mientras abria sus piernas y comenzaba a bajar sus braguitas. Mi polla parecía querer estallar dentro del pantalón. -. Haiii mi amor me matas con tus caricias. La voz de Isabel sonó como un susurro.
La oscuridad se había adueñado de la playa, abrí sus piernas y suvi su falda hasta la cintura, ella no opuso resistencia. Me incliné hasta percibir en mis labios el olor sus jugos vaginales. Instantes después mi lengua saboreaba los ansiados jugos, mientras ella gemía de placer. Los sonidos de sus gemidos se mezclaban con el golpeteo de las olas sobre las rocas. Por fin pude saciar mi sed, tumbada como estaba sobre la arena, y allí, bajo las estrellas y frente al mar, en nuestro rincón,la volví a penetrar como la primera vez, suavemente, despacio, acompañe mi pene hasta la entrada de su sexo sintiendo el calor que desprendia y fui entrando hasta sentir los testiculos golpear entre sus ingles. Primero despacio y luego con fuerza una y otra vez entraba y salia de su estrecha endidura, ella se movía bajo el peso de mi cuerpo pidiendo más, gritando de placer, introduciéndome la lengua hasta la misma garganta para incitarme a seguir, ¡como si a yo necesitara que algo me estimulara aún más!
La explosión de los cuerpos llegó al unísono, nos corrimos los dos entre gemidos y jadeos entrelazados, sentí como mi semen caliente la inundaba toda mientras ella gritaba al sentir las combulciones de mi pene descargando, al mismo tiempo ella apretaba las paredes de su sexo queriendo estranglar mi pene y sacarle hasta la última gota. En ese momento creí morir del placer que sentía.
Durante un buen rato reposamos uno en brazos del otro mirandonos y besandonos cariñosamente sobre la arena de la playa, frente a un pequeño faro que se divisaba a lo lejos. -. ¿Qué hemos hecho amor, que hemos hecho? La voz de Isabel llegó hasta mis oídos como canto de sirena. Shhhhhhhhhhh,con mis dedos selle sus labios. -. Nada que ninguno de los dos no desearamos hacer, solo eso mi amor, solo eso. VERDAD O FANTASIA?