""VERDAD O FANTASIA""

Los relatos publicados en este blog son el recopilatorio de historias y situaciones vividas durante parte de mi vida. Durante algún tiempo me he sentido culpable de alguna de mis relaciones antes de leer en este medio que hay mucha gente con historias similares o parecidas. Mi primera relación de sexo fue antes de cumplir los quince años, la ultima hace unos meses. Algunos de los relatos os parecerán inventados y no os culpo si no habéis vivido alguna situación similar o parecida.

domingo, 15 de marzo de 2020

MI SEGUNDA VEZ CON KATTY

Katty, verano de 1991..
Habían pasado cuatro días, acababa de llegar del trabajo después de haberme dado una ducha estaba tumbado en el sofá maldiciendo mi debilidad por no haber tenido voluntad y evitar que pasara. "Cómo he podido ser tan incauto, tan poco cuidadoso me decía una y otra vez” “¡Cómo me he dejado liar de esta forma!”, me repetía una y otra vez, como podía acabar aquello si Katty se quedaba embarazada. mientras me levantaba y volvía a sentar pasándome la mano.
Pasaban muchas cosas por la cabeza pensando que podía hacer si eso sucedía. Los pensamientos eran cambiantes,  por un lado  estaba preocupado y por otra cuando venían a mi mente los momentos vividos todo mi cuerpo temblaba del placer tan inmenso que había sentido al tomar su virginidad, pero lo peor había sido perder la cabeza y acabar dentro.
Tenía entonces 42 años, dos hijos, de 15 y 13, si pasaba lo que intentaba no pensar que podía pasar si eso sucedía, como justificar lo injustificable, que iba a hacer, como explicárselo a mis cuñados, a mis hijos, a mi mujer no me importaba mucho, la cosa ya hacia tiempo que no funcionaba entre nosotros, ella me conocía y era conciente, sabia de mi fogosidad y si no lo hacia con ella con alguna otra tendría que descargar, de echo un año después nos separamos.

Estaba al borde de la desesperación cuando oí el sonido del video portero, observe la pantallita y allí estaba ella con una faldita corta y aquella carita de ángel como de no haber roto nunca un plato.
-- ella: tiet ábreme, soy yo.

Pique el pulsador del video portero y deje la puerta del piso semi abierta, tras pasar me recriminó con una sonrisa colgada de  mi cuello no haberla llamado para interesarme por el estado de su ya no virgen y adolorido coñito. Estaba tan deseable con sus esplendorosos 19 años que era los que tenía, aunque parecía no tener más de catorce, para aguantarme y no abrazarla y besarla, parecía una muñequita de las que se anuncian por la tele.
Recordé que tras dos horas intensas de sexo y haber tomado posesión de su virginidad se había marchado bastante adolorida.
Lo cierto era que después de haberla poseído y vaciar mis adoloridos huevos dentro de la estrés de su coñito me costó conciliar el sueño en las dos noches que habían pasado y se me notaba en la cara.
-- ella: ¿Qué te pasa tiet, tienes mala cara.
-- yo: Que no puedo dormir penando en lo sucedido, no puedo dejar de pensar en porque he sido tan imprudente y no he podido controlar mis deseos.
-- ella: pero porque te preocupas tanto, no va a pasar nada, mis amigas lo han hecho y ninguna se ha quedado embarazada.
-- yo: Cariño lo habrán echo con condón, protegiéndose.
-- ella: Noo, mi amiga Susy me dijo que la primera vez también su novio se corrió dentro y no paso nada.

Después esa tarde no la había visto ni hablado con ella hasta esa tarde que se presentó en casa con una mini faldilla y un corpiño blanco ajustado resaltando sus bonitos senos, el vientre al descubierto enseñando el ombligo donde llevaba un pequeño pirsin de color azul turquesa, su manera de vestir la hacía estar más que deseable que nunca, me saludo con una amplia sonrisa y sin que pudiera evitarlo se me colgó del cuello y me besó introduciéndome su lengua hasta la campanilla.
-- ella: Hola tiet, cuantas ganas tenía de volverte a ver.
-- ella: Aunque parece que tú a mis no tantas, no me has llamado ni  una sola vez para saber cómo me encuentro.
-- yo: Lo siento, perdona pero me siento fatal y no puedo ni dormir.
-- ella: Ahh siíí ¿porquee, no te encuentras bien, estas malo?
-- yo: Porquee, porque va ser.
-- ella: Aun sigues con lo mismo, que no va a pasar nada, ya verás cómo me baja la regla, mis amigas la primera vez que lo hicieron tampoco usaron condón y ninguna se quedado embarazada.
-- yo: Pero cariño, no se trata de usar o no usar condón, es que ya no deberíamos de haberlo echo y menos correrme dentro dentro.
-- ella: Tranquilo, Pablo, no te preocupes tanto que no pasara nada.

Comenzaba a llamarme por mi nombre y eso era mas peligroso aun, siempre me llamaba tiet o tito, y eso me asustó un poco, no era mi deseo que se encoñara y me complicara la vida, como explique en el primer relato nunca fue mi sobrina aunque yo siempre la trate como tal. Nunca llegue ni tan siquiera imaginar que aquella niña debilucha, de mirada triste y tímida acabaría en mi cama bajo mi cuerpo haciéndome temblar como ninguna mujer lo había hecho gimiendo poseída por el deseo después de haberme entregado su virginidad.

Fueron más de dos horas seguidas las que estuvimos haciendo el amor si es que se le podía llamar hacer el amor lo que hacíamos   quedando ambos dos extasiados y sudorosos. No sé que me pasó, no sé cómo pude ser tan inconsciente y me deje llevar y vacié el deseo acumulado en mis testículos hasta dejar su adolorido coñito (vagina)  rebosante de semen.

Volviendo un poco atrás, se hacía llamar Katty, aunque su nombre real era Catalina, la conocí unos quince años atrás cuando Belén, su  madre se emparejó, con el hermano pequeño de mi esposa y se  fueron a vivir juntos, Katty era fruto de la locura, mas bien llamada borrachera de mi “cuñada” de una relación anterior a conocer a mi cuñado.
-- ella: Pablo eres muy malo, ¿no crees que deberías haberme llamado para interesarte por el estado de miii?, bueno ya sabes, coñito, llevo dos dias que no pudo sentarme.

Me dijo volviendo a nombrar mi nombre con una sonrisa picara bajando la mirada entre sus piernas.
En honor a la verdad era que lo había pensado varias veces, pero que decirle y siempre volvía a colgar antes de marcar recordando lo que había sucedido ese día con el miedo de un posible embarazo que me tenía atenazado.
-- ella: ¿No me vas a abrazar ni dar dos besos, ni a decirme si estoy o no guapa jajajaja?
-- yo: Lo siento nena, perdona estoy que no sé ni lo que me hago.
-- ella: ¿No tenias ganas de volver a verme? Yo a ti mucha y de volver a sentirte aun mas.

Se me colgó del cuello y forzó mi boca con su lengua y me la coló hasta la campanilla. La necesidad imperiosa que sentíamos el uno por el otro hizo el resto, volví a perder la noción del tiempo dejándonos llevar por la pasión, nos besamos mientras nuestros cuerpos empezaban a moverse y restregarse completamente pegados. Con cara de viciosilla, Katty bajó su mano a mi entrepierna dándole apretoncitos al bulto de mis pantalones que comenzaba a hincharse y poniendo cara de putilla, me preguntó susurrándome al oído:
-- Pablo, ¿que te pasa, porque estas tan frío conmigo, no te apetecía volver a verme, a estar conmigo?
-- yo: Katty, lo que pasó no tenía que haber pasado, fue una irresponsabilidad por mi parte, me siento mal por hacer lo que hice.
-- ella: También lo deseaba yo, deja de pensar en que fue culpa tuya, yo quería que pasara, lo deseaba ya te lo he dicho y deseo volver a sentirte, deseo que volvamos a hacer el amor y ahora ya sin dolor.
-- yo: Pero Katty, deberíamos de olvidar lo que pasó.
-- ella: Olvidar lo que pasó, ¿tu deseas olvidarlo? Yo noo
-- ella: ¿Porque debemos olvidarlo?
-- yo: Katty, porque no esta bien, porque siempre has sido para mi como una hija, porqué.

No me dejo que siguiera.
-- ella: Eso tu lo has dicho, he sido.
-- yo: pero cariño, no comprendes que si alguien se entera, si se entera tu madre, imaginas lo que va a pasar.
-- ella: Nada, Pablo no va a pasar nada porque nadie se va enterar nunca.

Había dejado de ser el tiet, ahora era Pablo, su amante. Estaba nervioso y fui a la cocina a por un vaso de agua. Desde el salón me dijo que si lo que deseaba era que me marchara y no volviéramos nunca a hablar sobre el tema, se marcharía, oí como que recogía el bolso que había dejado en un sillón, señal de que pensaba marcharse.
-- yo: Noo, no espera, espera yo no he dicho eso.
-- ella: Entonces quee, que hagamos como si nunca hubiera ocurrido, que lo olvidemos como acabas de decir, yo no puedo, no puedo y no quiero, lo deseaba, lo deseaba hacia tiempo.

Vine hacia donde estaba ella y no pude contenerme, la abrace, bese yestruje contra mi cuerpo mientras mi mano se introducía entre sus braguitas y acariciaba los labios de su coñito.

-- yo: Olvida, olvida todo lo que te he dicho, no pasa nada, estate tranquila que no has hecho nada que me haya disgustado, solo que si lo volvemos a hacer lo haremos con preservativo.
-- ella: Como tú quieras, mientras lo hagamos me da igual como me lo hagas si voy a sentir el mismo placer que el otro día, espero que mas porque ya está el camino libre barreras.

Le mentí al decirle que no me pasaba nada, estaba intranquilo y preocupado, lo seguiría estando hasta que me llamara para decirme que le había bajado la regla.
Al sentir mi lengua juguetear en sus pezones, presionó mi cabeza con sus manos mientras me susurraba con un suspiro hondo:
-- ella: Pablo me tienes brutalmente caliente como una burra mi amor, quiero volver a ser tuya, a sentirte dentro de mí, esta noche no he dormido esperando que llegara el momento de volver a verte, de volver a sentirte dentro, se que tu también lo deseas, noto tu pene duro bajo el pantalón.

Me dijo mientras me daba un apretón en mis genitales por encima del pantalón. Como alguien podía negarse ante algo tan bello, tan hermoso, su pregunta y su entrega me dieron alas y creyendo que había llegado la hora de hacerla mía de nuevo, la empuje hasta el sofá haciendo que se sentara, me arrodillé separándole las piernas y hundí mi cara en su sexo apartando la braguita a un lado. Su aroma y su sabor recorrieron mis papilas mientras ella no paraba de dejar escapar fuertes respiraciones al experimentar la caricia de mi lengua en el interior de sus muslos.
No pasaron más de cinco minutos cuando ya temblaba presa de un primer orgasmo, mi lengua lamía y absorbí su botoncito, (clítoris).
Incapaz de retenerme, cogí entre mis labios su clítoris y sin darle tregua alguna, me puse a mordisquearlo buscando sacar el néctar que aquel coñito manaba.
-- ella: Qué gustazo por Dios, Pabloo, paraaa, para yaa que me matas de gusto (placer).
-- ella: Me vuelve loca que me comas el coño, que bien lo haces.

Gimió como una gata en celo al sentir que su sueño se había cumplido unas semanas atrás entregándome su tesoro mas valioso, de nuevo estaba deseosa de volver a  sentirme dentro de su estrecho coñito, gemía, jadeaba y resoplaba mordiéndose los labios rogándome que no parara, que continuara con lo que estaba haciendo.
-- ella: Como sabes darle a una mujer lo que necesita, que buen amante eres cabronazo.

Me decía cariñosamente entre quejidos de placer apretando mi cabeza entre sus piernas
Sin darle tiempo a arrepentirse separé un poco mas sus rodillas y quedé embelesado al disfrutar de la belleza de su coñito totalmente rasurado sin un pelillo que estorbara la visión, era un manjar demasiado apetitoso para seguir disfrutándolo en el sofá, me incorporé y  levantándola en mis brazos, la llevé hasta la habitación. Suavemente la deposité sobre la cama entre las sabanas blancas. Sin dejar de mirarla, me desnudé dejando ante su mirada mi excitación. Mi polla (pene) totalmente tieso y duro como un palo, ella lo miraba con deseo mientras se desprendía de las braguitas y el vestido quedando como Dios la trajo al mundo, (desnuda).
Duro y tieso mi pene daba saltitos hacia arriba del deseo de hundirme dentro de ella y gotitas de liquido pre-seminal comenzaban a brotar por la punta. Ante mi erección sus ojos permanecían muy abiertos como alucinada mientras se mordía los labios.
-- ella: Que polla más hermosa tienes joder y es toda mía, toda para mi coñito.
-- yo: ¿Es que ha visto muchas para saber que es hermosa?

Le dije mientras buscaba en la cartera un preservativo y lo dejaba en la mesita. Mientras lo hacía ella se desprendía de su última prenda de ropa y  totalmente desnuda se pasaba su mano por entre los muslos relamiéndose los labios retándome con la mirada a que me echara sobre ella y la penetrara. Su cara no demostraba más que el deseo de sentirse llena, penetrada hasta el fondo por mi altiva polla que no dejaba de dar saltitos deseando buscar la entrada a su estrechita cueva y resguardarse dentro.
-- ella: Pablo cariño, no seas muy bruto, quiero sentirla dentro, pero aun me duele un poco, no seas malo y no me hagas sufrir mas y métela poco a poco, esta ves quiero sentirla como entra.

Me rogaba, me suplicaba al sentir mi aliento en su cuello mientras absorbía sus pequeños pezoncitos entre mis labios. Excitado brutalmente, tuve que retener mis ansias de penetrarla de un solo empujón noté como sus pezones se endurecía al contacto de mi lengua. Me lo repensé y  actúe más lentamente sin caer en la tentación, lleve aquella belleza en mi boca y bebí de sus pechos juveniles mientras ella no paraba de pedirme, casi suplicarme que no alargara mas su sufrimiento y la penetrara, era ella la que con su mano llevaba la punta de mi pene entre los labios de su coñito. Sus ruegos se convirtieron en órdenes cambié mi objetivo y me concentré en el tesoro que escondía entre sus piernas. Con las piernas bien abiertas y sus manos pellizcando las sabanas, Katty chilló al notar la tortura de mi lengua recorriendo los pliegues de su sexo.
Dios, qué hermosura de coñito pensé mientras lamia y chupaba sus hinchados labios vaginales!”

Exclamé mentalmente al ver aquella rajita rozada y brillante por la humedad que confirmaba que estaba deseosa y a punto, de que la penetrara.
Temiendo volver a hacerle daño de nuevo si se la hundía de un solo empujón, tanteé muy despacio con la punta en la entrada notando un poco de resistencia, aunque no la misma que la primera vez. Me negué a cumplir sus deseos, no deseaba volver a dañarla y seguí devorando sus juveniles senos con tranquilidad disfrutando de cada lametazo como si fuera el último bajando lentamente hasta volver a dedicarme a su estrechita rajita.
Ella se rindió a mis caricias y cayendo hacia atrás, se retorcía dando gritos mientras del interior de su sexo brotaba un ardiente elixir  que empapó mi cara, bajaba por sus ingles dejando una mancha de humedad en las sábanas. La cantidad de flujo que emergió de entre sus piernas fue brutal, intenté absorberlo, usando mi lengua para recogerlo, prolongué su éxtasis, uniendo un orgasmo con el siguiente.
Arqueando su cuerpo contra el colchón una y otra vez, Katty se corrió tan brutalmente que agotada por el esfuerzo cayó desplomada en un estado de somnolencia del que tardó unos minutos en reponerse. Mientras lo hacía, yo la miraba absorto en la belleza de su bonito y juvenil cuerpo sin llegar a creerme lo que estaba sucediendo. Su juventud quedaba realzada por la sonrisa y placidez que lucía su enrojecido rostro, producto del placer que había sentido, esperé que se recuperara. Katty me miró con dulzura y poniendo carita de gatita mimosa, me recriminó que no la hubiera penetrado aun, diciendo:
-- ella: No seas malo, venga métela ya necesito sentir como me posees, como entras en mi cuerpo.
-- ella: Quiero sentirte, notar como avanza tu polla dentro de mi coñito, no te pongas en condón que no va a pasar nada.

Sin dejar de mirarla y acariciarla le dije que no me pidiera que volviera a correrme dentro, que no lo iba a hacer, que era muy peligroso y aun no estábamos seguro de que no lo estuviera después de haberla dejado dentro en nuestra primera vez, ella me decía que no me preocupara que no se quedaría. La mire seriamente a los ojos y le dije que no lo haría hasta que no tomara la píldora, ella me prometió que iría a la farmacia al día siguiente  y comenzaría a tomarla. Intentaba convencerla de que cuando la tomara me correría dentro de ella tantas veces como ella deseara pero que esa tarde no iba a hacerlo de nuevo, que intentara comprender a lo que nos arriesgábamos, que no podía pedirme eso, que si de verdad me deseaba y quería que siguiéramos haciéndolo debía de hacerme caso y pensar en las consecuencias, como íbamos a justificarlo, decirle a su madre y a mi cuñado que estaba embarazada y de quien.
La convencí que era lo más deseaba en el mundo, poder vaciarme dentro de ella, pero debíamos esperar. Por mucho que ella me jurara y perjurara que no iba a pasar nada no iba a volver a caer y me coloque el preservativo.

Entonces ella hizo que me recolocara entre sus piernas mientras ella con  una de sus manos acompañaba la punta de mi pene a la entrada de su rajita. Con un suave golpe de riñones entro la punta con suavidad en su estrecha rajita arrancándole un fuerte gemido y un gesto de de dolor enrojecía su cara, era la segunda vez que algo grueso y duro perforaba su intimidad.
Seguí presionado con suavidad y mi dura e hinchada polla resbalaba suavemente en su interior entre fuertes suspiros y quejidos de placer y algún que otro gesto de dolor hundiéndose hasta el fondo, ella al sentirse penetrada suspiraba con fuerza mientras sus manos se aferraban a mis glúteos ayudando a que mi polla entrara aun mas si eso era posible, noté como mis huevos (testículos) rozaban sus nalgas, no podía entrar más, mis 18 centímetros estaban todos dentro de su frágil y estrechita rajita. En su cara se notaba el placer mientras un lento movimiento de mete y saca  se adueñaba de sus sentidos, las piernas al máximo de abiertas me pedía que me moviera mas rápido, esta vez la penetración había sido menos dolorosa aunque notaba la estrechez de su coñito abrazar mi pene, le separé un poco más las piernas pasando mis manos bajo sus muslos para atraerla con fuerza hacia mí y poder controlar los mete y saca.
Cuando le apretaba con fuerza hundiéndome hasta el fondo dentro de su cuerpecito notaba en su rostro algún leve gesto de dolor, me quedé quieto unos segundos para que ella se relajara, pero enseguida ella me pidió que siguiera moviéndome. Nuevamente seguí los mete y saca y desde mi posición veía como centímetro a centímetro mi pene salía entraba dentro de su rajita, ella me miraba con una expresión de satisfacción en su cara mordiéndose los labios. Una de las veces al notar la punta de mi pene golpear en el fondo su coñito, a Katty se le escapo de su garganta un fuerte quejido, le pregunte si le había hecho daño, ella me contesto tartamudeando que no, que siguiera moviéndome con más rapidez mientras de su boca salía alguna que otra palabrota obscena, se mordió los labios con una mezcla de sufrimiento y placer al sentirse totalmente penetrada sin imaginar todo lo que aún le quedaba por sentir. Su falta de experiencia me hizo ir con cuidado y dotando a mi cuerpo de un sin parar vaivén de mete y saca flexionado sobre su cuerpo para no aplastarla. Salía y entraba en su estrechita rajita que ya no era tan estrecha y albergaba mis 18 centímetros y un grosor de entre 15 y 16 centímetros de perímetro mientras ella comenzaba a dar síntomas de volver a sentir un nuevo orgasmo y esta vez sintiendo estar bien empalada.

El sonido que brotaba de su garganta me confirmó que estaba gozando mucho más que la primera vez, fui incrementando poco a poco la velocidad de mis embestidas.
-- ella: HAAAAAAA, que gusto, hay tiet, tiet que placer, me vuelves loca, gritaba alborotada al sentir como mi polla rellenaba su estrecha cuevecita.

Su entrega era total, mientras entraba y salía besaba, lamia y mordisqueaba sus pequeños y duros pechos estiraba con los labios sus pequeños y endurecidos pezones dándole fuertes apretones notando los testículos golpear contra sus nalgas. La sensación de ser penetrada mientras mis labios se apoderaba de sus senos incrementaba la velocidad de mis movimientos fue demasiado para ella y más que gemir berreaba de placer, quejándose y gritando su orgasmo.
--ella: Titoo, titoo, me corro, me corro, ahhhhhh, córrete conmigo, córrete conmigo, ya yaaa, ya me viene, sigue, sigue ahhhhhhh, ahhhhhhh..

Mas que gemidos eran gritos y resoplidos los que salían de su garganta, tuve que silenciar con mis labios sus gritos para que no la oyeran los vecinos, su sexo se encharcaba de nuevo contagiadme  su lujuria, llevé mi ritmo al infinito y mientras por mis piernas se deslizaba su flujo, seguí  martilleando su interior con la música de sus gemidos resonando en la habitación. Comprendí que no iba a aguantar mucho más si seguía aquel ritmo y por eso ralenticé mis embestidas. Katty al notar que había bajado la intensidad, protestó y con quejidos de protesta, me exigía que no parara, que siguiera moviéndome más rápido.
-- yo: Cariño, si sigo así me voy a correr y quiero aguantar más rato, quiero que disfrutes hasta que no puedas mas entonces me correré.

Las veces que había usado condón en mis anteriores relaciones había aguantado en correrme el tiempo que quisiera, yo con el condón no sentía el  mismo placer que sin él y seguí el mete y saca más suave.
Me gritaba moviendo sus caderas con movimientos fuertes arqueando su cuerpo encontrando mis embestidas a medio camino. Usaba el pene como un martillo con el que golpeaba y golpeaba contra sus ingles arrancándole fuertes quejidos de placer. Como poseída por un ser diabólico, vi como su cuerpo se retorcía de nuevo y gritaba de placer mientras volvía a disfrutar de un nuevo orgasmo, ya era el tercero en no más de una hora. Se corría y me rogaba que me corriera con ella, mantenía las piernas cruzadas a mi cintura para que la penetración fuera lo máximo.
Su enésimo orgasmo por su parte fue el banderazo de salida del mío y dando suelta a mis deseos y pegando un aullido como una fiera herida, mi polla explotó en el interior del condón descargando fuertes chorros de semen.
Katty al notar mis temblores me apretó contra ella clavándome las uñas hasta hacerme sangrar, cayó desplomada sobre la cama casi sin poder respirar y yo encima de ella resoplando.

Agotado por el esfuerzo de tanto rato aguantarme, me deje caer sobre su pequeño cuerpo aplastándola casi sin dejarla respirar, acaricié su pelo y su carita totalmente enrojecida mientras su pecho se inflaba y desinflaba respirando con dificultad.
Nada más abrir los ojos poniendo una tierna mirada, me soltó:
-- ella: Hayy tiet, cuanto placer he sentido al sentirte dentro, cuando pueda sentir como te corres dentro me voy a desmayar de placer, que bien sabes follar y cuanto me gusta sentir como me follas.
-- ella: No esperes que me conforme con hacerlo de vez en cuando, eres solo mío, no pienso dejarte escapar ni compartirte con nadie, desde hoy no quiero que lo hagas con otra mujer que no sea la tita, ni se te ocurra mirar a otra mujer, tus ojos al igual que el resto de tu cuerpo son solo para la tita y para mi, si algún día me entero que te follas a alguna zorra te mato.

Me dijo bromeando conocedora de que mi relación con su tía no era la de una pareja feliz, así me lo confesó mientras nos reponíamos del esfuerzo de casi una hora follando sin parar.
Acurrucaba a mi lado acariciaba mi pecho con ternura, su carita no podía estar más roja, sus ojos medio cerrados por el cansancio mientras no dejaba de sonreír acurrucándose a mi cuerpo dándole apretoncitos a mi semi flácido pene estirando el condón con la punta llena de semen. Me lo quite y examine estirándolo, apretando el semen sobre la punta para ver para ver si estaba intacto o se había roto, ella sonreía con carita de viciosa.
-- ella: Tranquilo hombre que no se ha roto.
-- yo: eso espero.
-- ella: Y si se ha roto y me dejas preñada te divorcias y te casas conmigo.

Me dijo bromeando mientras me levantaba y encaminaba hacia el baño a lavarme.
-- yo: Nena estas como una chota.

Le dije acariciándola antes de levantarme para ir al baño a lavarme, estaba en ello cuando Katty entro al baño tambaleándose como mareada.
-- ella: Ufff, vaya borrachera, estoy mareada, me da vueltas todo.
   
Os juro que todos los vellos de mi cuerpo se erizaron mientras la miraba y sentías sus manos acariciarme por detrás abrazada a mi cuerpo, sentía sus manos sobre mi pene y testículos dándole apretoncitos pasando de uno al otro como intentando averiguar cuál de los dos era más gordo o estaba más lleno.
-- ella: Pobrecita, que cansadita se ha quedado.
-- yo: ¿Es que te has quedado con ganas?
    
Ella no respondió, me beso en la espalda y entro en la ducha mirándome con dulzura y con vocecilla cansada como susurrando me dijo.
-- ella: La próxima vez me tienes que enseñar a mamártela, me muero de ganas de hacerlo, y saber como sabe el semen, ¿me enseñaras?

Naturalmente, le prometí hacerlo, no podía negarle nada. Po suerte no ocurrió lo que tanto me preocupaba, le bajo la regla, comenzó a tomar la píldora y en próximas veces durante más de cuatro años estuvimos manteniendo sexo.
En el próximo relato os lo explicaré como y porque acabó nuestra relación.



miércoles, 13 de marzo de 2013

CELI. LA DULZURA CON NOMBRE DE MUJER


Celia, Una mujer para no olvidar.
Debo comenzar esta historia diciendo que en el mes de abril de 2010 con el propósito de pasar unos días visitando a mis familiares a los que hacia bastantes años que no visitaba. Aproveche las vacaciones de Semana Santa, para disfrutar unos días con mi familia, en ningún momento se me habría ocurrido lo que pasaría en esa visita, fueron unos de los mejores de mi vida. Os explicaré detalladamente en dos relatos
Lo cierto es que cuando planifique el viaje pensaba simplemente en disfrutar y descansar, no tenia intenciones de ligar ni de tener  ninguna aventura.
Llegue a media tarde de la primera semana de abril y me dirigí a la que era y es aun la casa de mi tío Frasquito, único hermano de mi madre. Hacia pocos meses que había cumplido 90 años. Mi sorpresa fue que al llegar me abrió la puerta una mujer de unos cuarenta años, de piel morena de físico agradable y sonriente, de estatura mas bien alta, de aspecto rustico, lo que llaman en los pueblos una mujerona de pueblo, vestía ropas oscuras que no le hacían justicia a su verdadero atractivo, tenía una larga melena ondulada negra, sujeta a la nuca en lo que se llama, una cola de caballo.
Al principio tuve mis dudas pensando que me había equivocado de puerta, en los pueblos las fachadas de las casas son casi todas iguales, y yo hacía muchos años que no bajaba, le pregunté por el apodo que todos conocen a mi tío en el pueblo. En los pueblos se conoce a la gente más por los apodos que por sus nombres verdaderos. Me contestó que si pero que en ese momento no estaba en casa, volví a preguntarle si sabía si tardaría mucho en regresar a lo que ella contestó que no lo sabía, que estaba en casa de su hija, entonces me presente como su sobrino Miguel que vivía en Barcelona y había venido a visitarlo. Hacia bastantes años que no volvía al pueblo por lo que estaba algo cambiado, Celia que así se llamaba se ofreció a acompañarme hasta la casa de mi prima que no estaba muy lejos, solo a dos calles de distancia.
A Celi, como todos la conocían en el pueblo le pagaban mis primos varias horas cada día para cuidar de mi tío y mantener la casa limpia  al negarse mi tío a irse a vivir con ninguno de los hijos, comía y cenaba en casa de mis primas y luego se iba a dormir a su casa. Celi venía todas las mañanas a limpiar la casa y hacer las faenas cotidianas, volvía  de nuevo por las tardes al ponerse el sol.
Celi se había criado y siempre había vivido en los cortijos, lo que en Cataluña llaman casas de payes. Estaba casada y no tenía hijos, su marido tenía que salir a trabajar fuera al no haber trabajo en el pueblo y pasaba largas temporadas fuera. Era y es una mujer de mirada limpia y cristalina de rasgos y gestos bondadosos, sincera que siempre dice lo que piensa, siempre sonríe
Desde el principio se creo una buena amistad, hablábamos largos ratos de los temas cotidianos y poco a poco fuimos intimando hasta que sucedió lo os cuento en mi relato. A Celi no la satisfacía  sexualmente su marido y yo hacia años que no mantenía relaciones con mi mujer aunque había tenido algunas aventurillas, a pesar de haber cumplido 60 años me mantenía físicamente bastante bien y necesitaba saciar mi sed de sexo de vez en cuando
Lo que comenzó como un juego acabó en que una mañana cuando Salí de la ducha y ella estaba limpiando la habitación mi tío acabamos echando el primer polvo. Esa primera vez quedó algo espantada y tambien adolorida al ver y sentir profanada su rajita por el tamaño de mi polla, decía que no imaginaba que se pudiera tener un cipote tan grande, aunque me decía que disfrutaba como nunca había imaginado. Celi cuando nombraba la polla decía el cipote. A partir de ahí cada día cuando venía a hacer las faenas fóllabamos como locos en cualquier rincón, pero aunque ella tenía mucho miedo de que pudieran vernos, deseábamos pasar toa una noche juntos, esto sucedió la ultima noche de mi estancia en el pueblo, cuando ya nadie se veía por las calles entre en su casa por la puerta de detrás, ella me esperaba estuvimos dándonos placer mutuamente hasta que el día comenzó a despuntar y tuve que abandonar su casa.
Fue una noche de las que no se olvidan, Celi no conocía otro hombre que su marido y no imaginaba cuantas cosas se pueden compartir entre un hombre y una mujer para disfrutar, fueron incontables los orgasmos que sacudieron su cuerpo, Su sexo quedo tan repleto de semen que una de las veces que se levantó para ir al baño le bajaban por los muslos llegando casi a sus talones. Tampoco había tenido ni en sus manos y menos en su coño una polla sobre todo tan gorda, me dijo que su marido la tenía pequeña comparada con la mía. Fueron diversas posturas que ella nunca había probado con su marido, un clásico que para el solo existía el misionero.
Cuando lo hicimos al estilo perrito dejaba escapar unos gritos que si alguien hubiera pasado por la calle hubiera pensado que la estaban matando.
Lo dejo aquí, si queréis leer el relato completo. PICAR AQUÍ..

sábado, 2 de marzo de 2013

Silvia. "compañera" de trabajo


Esta es una de esas historias que a cualquiera le puede resultar increíble. Hasta el día en que te sucede, jamás hubiera siquiera soñado en que aquello que siempre fue objeto de mi imaginación podría haberse convertido en una fascinante y peligrosa realidad.
Me llamo Miguel y vivo en un pueblo de la comunidad catalana. Con Silvia siempre habíamos tenido una relación de amistad y de mucha confianza, tanto así que frecuentemente bromeábamos con que entre ambos había algo más que eso, lo que incluso era motivo de risas por parte de mi esposa al haber una gran diferencia de edad entre ambos. Silvia tenía 21 años y yo hacia ya algunos que había cumplido los 40.
Muchas veces se quedaba en casa a dormir puesto que ella vive en otro pueblo, aunque no muy lejano pero si que el transporte publico es bastante escaso a partir de ciertas horas de la noche y ella no disponía de vehiculo propio. Y siempre las bromas fueron motivo de risas para los tres, incluso algunas con abierto contenido sexual.
Tal era la relación que un fin de semana celebrábamos el aniversario de mi mujer, razón más que suficiente para que la juerga que comenzó en la misma casa se prolongara. Todo estaba acordado; se quedaría a dormir en casa, el lugar decidido para seguir la juerga era una disco y aunque en definitiva pocos quisieron seguirnos, los tres nos pusimos en marcha, la noche estaba recién comenzada.
Al llegar a la disco, en realidad había menos gente de la que esperábamos, pero no estábamos para aburrirnos y al rato estábamos los tres bailando animadamente.
Había pasado más de tres horas y varias copas de más comenzaban a hacernos efectos. Supongo que un poco debido a esto último y a que hacían varios días que no hacíamos el amor con mi mujer, que ver tanta mujer guapa y con cuerpos de escadalo a mí alrededor hizo que me empezara a excitar. Mucho baile y roces con Silvia, hacía que una tremenda erección se fuera desarrollando bajo mis pantalones.
La verdad es que siempre me llamó la atención Silvia, me resultaba tremendamente atractiva y mas esa noche que vestía un ajustado jeans y un TOP que marcaba sus dos apetecibles senos. Los giros y tomadas de cintura y cadera hacían que mi erección resultara más que evidente, y yo, más que evitar los roces, buscaba afanosamente tocar la entrepierna de Silvia, en una vuelta fue ella la que buscó rozarse con el bulto de mis pantalones. No necesité más que esa invitación para acceder con un beso en su oreja a lo que ella respondió con una sonrisa. Yo aprovechaba cada giro para besarle la oreja, el cuello y las mejillas a Silvia.
Ella se resistía a dejarme sus labios argumentando que nos podría ver mi mujer. Cuando la desafíe diciéndole que no me era posible aguantarme a esas alturas del juego, me miró fijamente con unos ojos ardiendo de excitación, me agarró por el trasero y me besó fuertemente en la boca, sin preocuparse de si nos podía ver mi mujer. Su lengua buscaba desesperadamente la mía y mis manos que estaban en sus caderas buscaron el borde de sus braguitas que asomaban por su cintura. Todo me indicaba que al llegar a casa esa noche tendría la oportunidad que tantas veces soñé. Cogerme a Silvia la amiga de mi mujer. Nos tomábamos lo que quedaba de nuestros tragos con Silvia cuando apareció mi mujer que evidenciaba un estado de embriaguez que obligaba a retirarnos de la disco. Y fue lo que hicimos. acabamos nuestras ropas y al subirnos al taxi mi mujer pidió irse en el siento del lado del conductor, a lo que accedimos sin protesta alguna Silvia y yo.
El trayecto de la disco hasta mi casa son veinte minutos. Y yo apenas tomaba las manos de Silvia, ella buscó el bulto que se había formado en mis pantalones mientras bailábamos y que aún mostraba la calentura que me invadía. Disimuladamente abrió la cremallera y acarició mi miembro, que debía andar entre los 18 y 20 centímetros. Pero que por la excitación y el ardor parecía que estaba enormemente más grande. Yo me dejaba, y no perdía la vista de mi mujer y del chofer que a veces miraba por el espejo retrovisor.
Ella me miraba con mirada de lujuria y se  mordía los labios al comprobar su tamaño. La calentura me invadía cada vez que Silvia apretaba el glande. Como ella llevaba un ajustadísimo jeans, no tuve las mismas posibilidades de acariciarla como hubiera deseado, que a juzgar de lo lanzada que estaba, supuse debía estar muy lubricada. Con mi mano izquierda me dediqué a manosear su trasero, que junto a sus pechos, firmes por sus 21 años, ella mientras se dedicada a juguetear con su mano dentro del pantalón con el pene que me dolía de la excitación, yo le estiraba suavemente sus finas braguitas.
Las luces de los autos que venían en sentido contrario nos iluminaban y dejaban ver sus ardientes y ya sin recato gestos de placer. Nos tocábamos casi descontroladamente. Al llegar a casa tuvimos que llevar en andas a mi mujer que vencida por el sueño y el mareo del tequila hasta nuestro dormitorio que está en el segundo piso. Apenas abrió los ojos para darse cuenta que estábamos en casa, y volvió a quedarse dormida.
Mientras Silvia, se fue a poner ropa más cómoda a la habitación que le habíamos asignado y que estaba al fondo del pasillo junto al baño grande. Todo esto me había puesto más caliente aún.
Aproveché para ir al baño a vaciar la vejiga que la tenía tope de llena, debido a los Gin Tonics. Al salir del baño me la encontré sentada o mejor dicho semi tendida en el sofá con un camisón de encaje negro. Debo reconocer que aquella chica sabía como provocar.
-¿Te gusta mi ropa?
Preguntó a la vez que estiraba una de sus piernas hacia el techo exhibiéndose de una manera salvajemente hermosa.
-Y a qué hombre no habrías de gustarle, le respondí, mientras me sentaba en el sillón que estaba justo enfrente de ella.

Nos tomamos una copa mas y hablábamos acerca de lo excitante que había sido el baile en la disco, sentí ruidos en el segundo piso. Subí sin hacer mucho ruido y pude comprobar todo estaba en orden. Mi mujer dormía como una escocia. La ventana estaba entreabierta y el aire la había movido, una vez asegurada, cerré la puerta de la habitación por si acaso y volví abajo donde se había quedado Silvia. Ella al verme aparecer de nuevo.
-¿En qué estábamos?
Dijo Silvia, con una voz coqueta y sonrisa lasciva.
- En que esta noche por fin haré mi sueño realidad, serás mía.
Le dije decididamente.
- Estás loco. Tu mujer esta arriba, puede ser peligroso.
-Todo depende de que sepas guardar esto como un secreto y no grites cuanto te la hunda en tu rajita hasta el fondo de un solo empujón.
Le respondí.
- Soy como una tumba para guardar secretos, pero mejor lo dejamos para otro momento y en otro lugar. No crees?
Respondió ella sonriendo.
-¿Y para otras cosas, como el sexo, cómo eres?
Le pregunté mirando su provocador escote.
- Para eso soy muuuuuuuy abierta.
Dijo mientras se reía y bajaba las piernas del sofá abriéndolas descaradamente para que pudiera observar lo que guardaba entre ellas.
- Y el día que lo hagamos, de un empujón nada de nada, la quiero sentir entrar muy despacito para disfrutarla al máximo.
No faltaba más insinuación. Me acerqué a ella y me puse de rodillas entre sus piernas, la besé con fuerza, casi mordiendo sus labios. A lo que ella respondió acariciándome la nuca y desabrochando mi camisa.
Mis dedos rozaban suavemente sus blanquísimos muslos. Iban desde la rodilla hasta solo unos centímetros de su sexo. Eso la calentaba de sobremanera, porque al acercarme a su entrepierna sentía como su respiración se aceleraba.
- No sabes cuánto te he deseado desde aquel día que Carmen nos presentó.
Carmen es mi mujer. Le decía mientras la besaba mordisqueaba sus orejas.
-Y tú ni te imaginas las veces que te pensé haciéndome el amor.
Me respondió.
- Tu mujer me había hablado tantas veces de tu enorme polla y cuanto la haces disfrutar, que estaba deseando que llegara esa oacación dr sentirte dentro.
Ahora era Silvia la que me lamía el pecho y suavemente me tumbaba sobre la alfombra. Era una visión maravillosa. Esta mujer, delicada y llena de modales cuando hablábamos, estaba con las piernas abiertas, mostrándome su sexo deseoso de ser penetrado. La fina tela de su camisón dejaba traslucir la perfecta redondez de sus senos y unos hermosos pezones rosados y erectos.
Yo que no podía más, el bulto estaba a punto de romper el pantalón. Lo mas rápido que pude me lo quité quedando solo con el boxer, Silvia gemía frotando su sexo sobre mi pecho y mojándome con su evidente excitación. La lujuria hacía que mi miembro desbordara la diminuta prenda que impedía mi desnudez total.
- Te vas a enterar  lo que es una mujer ardiente me dijo, al mismo tiempo que puso su sexo sobre mis labios.
Ella se movía como poseída. Articulaba palabras entrecortadas sin sentido que a apenas se entendían, equivalentes a follame, jodeme, métemela.
Temblaba cuando suavemente le mordía sus labios o su clítoris. La breve tela fina que cubría su sexo estaba absolutamente mojada. Era todo ardor y deseo.
Hacía esfuerzos por detener sus frenéticos temblores y poder separar sus labios e introducir mi lengua y chupar su caliente sexo. Sin pudor lamí su interior y casi entre mordiscos apretaba sus labios. Los fluidos de su sexo inundaban mi boca.
Silvia no tardó en doblar su espalda hacia atrás anunciándome su primer orgasmo.
- No aguanto más, me corroooo, aghhhhhaggghhh. Diosssssss que bueno. Gimió.
La oía y temía que sus entrecortados quejidos despertaran a mi mujer. Pero nuestra excitación y frenesí era tan fuerte que nos costaba controlarnos.
Cuando se incorporó, de rodillas todavía a horcajadas sobre mi pecho, pude apreciar las perfectas formas de sus senos que ahora se veían majestuosamente desnudos.
Mis manos no tardaron en ir hacia ellos. Los apreté. Eran hermosos, suaves y  duros. Parecían estar hechos justo para tamaño de mis manos. Le pellizqué los pezones haciendo que se escaparan de su garganta pequeños  gemidos de placer.
- Sigue. No pares. Me gusta que hagas eso.
Me suplicaba Silvia descontrolada, rompí los tirantes del camisón que resbalo hasta quedar sujeto a su cintura tras lo cual aparecieron sus pechos con los pezones erguidos y desafiantes no se podían comparar con los de mi mujer.
Veinte años más, se notan particularmente en la firmeza, aunque aun son  hermosos, también más voluminosos y ya algo descolgados. Los senos de Silvia, eran evidentemente más pequeños y su turgencia superior.
Sin salir de aquella posición, giró su cuerpo sobre sí misma y me invitó a hacer un 69.  A tirones también ella se deshizo de mi boxer, y lo lanzó  al suelo  y mi miembro, como si fuera un resorte salto a sus manos y después a sus carnosos labios.
La boca de Silvia tenía vocación para una mamada. Sin duda su técnica era fruto de un largo entrenamiento. Subía y bajaba por mi tronco de carne ardiente. Con la punta de su lengua jugueteaba con el capullo haciendo que mi cuerpo temblara. Enterraba mi miembro en su boca lo máximo que podía, casi atragantándose.
Mientras yo lamia y chupaba de nuevo su caliente y mojada rajita. Estaba más que excitado. El placer que sentía no impidió que con movimientos circulares de mi lengua la estremeciera de nuevo con un nuevo y fuerte orgasmo, mis lamidas llegaban hasta su diminuto orificio trasero.
No tardé en acabar. Y con movimientos ascendentes eyaculé en la boca de Silvia. Borbotones de semen salieron disparados de mi pene. No sé cuántos fueron. Pero cuando Silvia se levantó y me miró con cara de cómplice, observe  como hilillos de semen le caía por la comisura de sus rojos labios que ella recogía con su lengua.
Apenas descansamos unos minutos. Creo que para escuchar si mi mujer hacía algún ruido, ella seguía en lo suyo. Dormir
- Ahora necesito que me lo metas bien adentro. Hasta los huevos.
- Necesito sentirme llena con esta esplendida polla.
Decía Silvia mientras acariciaba mi polla desde el capullo a los testículos con mirada lujuriosa apretándose a mi cuerpo y ofreciéndome su boca.
Unos cuantos toques con la punta de mi polla en la entrada de su rajita y le di un fuerte empujón y arranqué un grito de dolor que al rato fueron gemidos de placer.
- Dale, dame fuerte, métemela toda.
-¿Seguro que no te hace daño?
Le pregunté mientras le abrazaba los senos y le mordisqueaba el cuello.
- Un poco pero sigue, no pares, aprieta fuerte, Dámela toda, no pares, sigueee, dámela, ahhhhhh.
Sentí como mis testículos se apretaban a los labios de su hinchada rajita, comencé un mete y saca muy despacio y poco a poco fui acelerando hasta llegar a ser salvajes los apretones que le daba haciendo que ella gritara cada vez que se la hundía hasta el fondo, eran gritos de placer y no de dolor, ella acabó teniendo un nuevo orgasmo. Más corto pero más intenso a juzgar por la tensión que adquirió su cuerpo.
Sentía como su sexo se convulsionaba apretando mi pene mientras de nuevo la inundaba con fuertes chorros de semen que se estrellaban en las paredes de su útero.
Se dejó caer sobre la cama boca abajo, dejando que mi polla le chorreara los últimos latigazos de semen en su maltrecha y enrojecida rajita.
Oía su respiración muy agitada y las pulsaciones de su corazón aceleradas  mientras las paredes de su rajita seguían aprisionando mi polla queriendo estrangularla.
Solo habían pasado unos minutos cuando de nuevo mi polla volvía a estar en forma, ella permanecía tumbada sobre el colchón, me dejé caer sobre ella y acomodé mi polla entre sus piernas, con mi mano comencé a restregarla, ella levantaba su cuerpo para sentir como la polla rozaba su sexo, lleve la punta de la polla al agujero trasero y presione sobre el, ella protestó.
- Ni hablar, por ahí ni se te ocurra intentarlo.
 -¿Nunca te lo han hecho por ahí?
Le pregunté.
- Nooo, jamás.
Me confirmó. Y parecía verdad, el pequeño orificio, mostraba un centro que parecía impenetrable.
-Te prometo que vas disfrutar, argumenté intentando convencerla para que se dejara.
- Voy a hacerlo con suavidad.
Diciendo esto unté mis dedos con los líquidos que fluían por su vagina y empecé con la tarea de dilatarla.
- Nooo,Miguel, esta noche no, estoy muy adolorida, me has destrozado  el coño, y no quiero que me rompas también el culo.
- Te prometo que serás tu el primero, pero esta noche no.
Se dio la vuelta y hablamos durante unos minutos tumbados en la cama y cuando el día comenzó a apuntar, ella se levantó y se marcho a su habitación, yo me quede en el sofá disfrutando del olor de su piel y el sabor de sus besos. Dos años mas tarde me divorcie, vivimos juntos y tenemos una niña preciosa que ha cumplido 14 meses. 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Mi preñadita, Mi niña.


Mi preñadita
El relato que os cuento sucedió hace bastantes años.
Una noche sonó el teléfono
     - Miguelllllls, como estas tío.
La voz al otro lado del teléfono me era familiar:
 - Quien eres? - pregunte
     - Joder tío, soy Luis.
Era un antiguo compañero del servicio, era maestro y según me contó enseñaba en un pequeño pueblo de la provincia Me explicaba que cuando acabara la mili iba a entrar a enseñar en un colegio religioso.
Me sorprendió su familiaridad porque nuestra relación nunca fue especialmente estrecha. Solo manteníamos contacto a través del teléfono en los mas de diez años que habían pasado desde que nos licenciamos solo nos habíamos visto dos veces en el que el había visitado Barcelona.
     -Te cuento -continuo- me tienes que hacer un favor, resulta que mi esposa, que como sabes es medico.
Yo no sabia nada.
     -Ha aprobado unas oposiciones a INSS y la mandan tres semanas a hacer unas practicas a Barcelona y me acorde que tu siempre hablabas de que tenias una casa grande  y sitio en tu casa si alguna vez te llegaba un invitado, así que sin abusar de tu hospitalidad me harías un gran favor si fuera posible que Lidia, mi mujer se alojara estas tres semanas en tu casa, solo de lunes a viernes, los fines de semana volvería a Madrid.
Durante unos segundos dude si ponerle una excusa, finalmente accedí.
     - OK, no hay problema - conteste aunque no muy convencido.
A los tres días apareció Luis acompañando de Lidia, su esposa, ella tenía unos treinta años y su embarazo (cuatro meses) comenzaba a ser bastante visible. Tras las presentaciones, me excuse porque ese día tenía una cita y le dejé a Lidia un juego de llaves de la casa para que pudiera entrar y salir a su antojo. La verdad es que Lidia se pasaba todo el día fuera, solo nos veíamos a ultima hora para cenar, ella era lo que se dice una chica de su casa y como tal había sido educada, todas las noches cuando yo aparecía el olor a comida casera y caliente me levantaba el animo, la verdad es que cocinaba muy bien.
     -Vaya Lidia, acostumbrado a encargar cenas a domicilio cada noche me das una alegría, cocinas muy bien, con las delicadeza que preparas cada noche la cena cuando te marches me voy a echar a llorar.
Le dije a modo de halago. Ella se mostraba bastante distante tímida y recatada, desde su llegada fue la primera vez que la había visto sonreír.
Esa noche había bebido mucho y me levante a orinar al poco de acostarme y al pasar por delante de la puerta de su habitación oí un ligero murmullo, me detuve y apoyé la oreja a la puerta, en esos momentos pensé que eran gemidos de placer, que la preñadita se desfogaba con sus deditos en la tranquilidad de la noche, una sonrisa ilumino mi cara, aunque decidí de momento no actuar, ella era lo que se dice una mujer de principios, pero la idea de ponerle unos buenos cuernos al prepotente de su marido me hizo pensar en una estrategia para tener un acercamiento.
A partir de ese día comencé la táctica de hacerme el despistado, dejaba alguna revista porno olvidada en el salón, alguna peli porno dentro del video y en un alarde de atrevimiento un día deje conectado el ordenador a Internet en una página porno especializada en las posturas de hacer el amor las preñadas. Sin ofenderla ni faltarle en ningún momento el respeto mi tono de voz y mis actos comenzaron a ser algo mas insinuantes, sonreía cuando me miraba, los de ella también cambiaron.
Así paso la primera semana casi sin darme cuenta, al siguiente lunes a la hora de la cena vi a Lidia mas activa y contenta de lo habitual mientras terminaba de preparar la cena, aproveche para sacar una botella de vino de mi pequeña bodega y servirlo durante la comida con bastante generosidad, tanta generosidad que a mitad de la cena la botella se había vaciado y tuve que ir a por otra, la conversación era fluida y ella se sorprendió cuando le confesé que yo no era el típico amigo de su marido.
     -Si quieres que te diga la verdad Lidia, ni típico ni nada, nunca he sido amigo de Luis, solo fuimos compañeros de fatigas en la mili y punto, nunca me ha gustado su servilismo y su religiosidad hipócrita.
Ella agacho la cabeza seria y algo compungida.
     -Hey hey, no te enfades por favor, sabes que lo que he dicho de tu marido es cierto, pero hay una cosa que hace que se lo perdone todo.
     - Cual?
Respondió ella algo mas animada.
     -Haberme permitido conocerte y convivir estos días maravillosos contigo y los que quedan, eres una mujer muy hermosa e inteligente.
Volvió a agachar la mirada un poco sonrojada, no estaba muy acostumbrada a los halagos.
Cuando terminamos de cenar Lidia estaba un pelin achispada por el vino, la chimenea ardía en todo su esplendor y eso aumentaba la temperatura de los cuerpos, ella se disculpó retirándose a su habitación y a los pocos minutos volvió en pijama.
     -Ufffff mi cabeza - No estoy acostumbrada al beber.
Dijo mientras se dejaba caer a mi lado en el sofá.
Sin decirle nada me levante y me puse tras ella, dándole un masaje en la cien con la yema de los dedos, echo su cabeza hacia atrás mientras se relajaba con mi masaje, este movimiento y el botón de arriba de la camisa del pijama desabrochado me permitieron ver parte de sus bonitos pechos un poco hinchadas por la preñez, algo que me puso a mil por hora, haciendo que mi pantalón comenzara a sentir la excitación, me contuve, pensando que hay que saber buscar el momento para cada cosa.
Me volví a sentar a su lado intentando disimular mi excitación y la invite a que se tumbara y apoyara su cabeza sobre mis muslos, lo hizo sin reparos cariñosamente comencé a acariciar su bonita melena, el cuello y la cara, estuvimos así hasta casi la una de la madrugada, esa noche no intente pasar de las caricias superficiales, no sin deseos de profundizar, esa noche se había roto el hielo entre los dos, si tenia que llegar algo mas ya llegaría. Esa noche nos despedimos y nos fuimos cada uno a su habitación, al pasar por delante de la mía me dijo.
     - Miguel, me lo he pasado muy bien, gracias por la velada.
Antes de entrar en su habitación me dio un beso, un beso que iba a ser en la mejilla y que picadamente al girar yo la cara fue en los labios, aunque solo un suave roce, ella me regaló una bonita sonrisa.
Al día siguiente cuando llegue pasadas  las ocho de la tarde Lidia ya estaba en casa, desde que ella llegó el desorden habitual no existía, todo estaba recogido, cada cosa en su sitio y la casa limpia, además hacia mi cama, cosa que yo solo hacía un par de veces a la semana, vamos un autentico lujo para un soltero solitario desorganizado como era yo. Ella ya se había puesto el pijama, después de saludarla entré en el cuarto de baño a darme una ducha. Cuando salí la vi en la cocina intentando preparar la cena, entonces le dije.
     - Creo que esta noche deberías de pasar de cocinar Lidia, has trabajado bastante durante todos estos días, ¿Qué te parece si encargo algo de comer al restaurante de abajo que son amigos míos y me lo suben sin problemas? ¿te parece bien?
     - No hace falta Miguel, la preparo en un momento.
Insistí en que me gustaría hacerlo
     - Bueno  como tú quieras.
Lidia andaba en pijama el cual le marcaba la preñez de su barriguita, yo me puse un chándal sin nada debajo, cenamos mientras conversábamos amigablemente, nos volvimos a beber una nueva botella de vino.
     - Lo que me dijiste ayer de mi marido, lo he pensado y reconozco que tienes razón, es verdad, que es un hombre muy superficial, me imagino que a ti te parecería muy clásico
   - Que no te importe lo que a mi me parezca Lidia, lo que importa es que sea bueno para ti y te haga feliz.
     - Ese es el caso, que no lo se muy bien, mi experiencia con los hombres es muy escasa.
     - Escasa? ¿Cómo de escasa?
     - Siíí, Luis ha sido y es el único hombre en mi vida.
     - No fastidies, no me lo puedo creer.
     - Pues puedes creértelo.
     -Me estas diciendo que una mujer hermosa, inteligente, simpática y abierta,  que se ha pasado mas de cinco años en la universidad no probaste con nadie  antes de elegir?
Le pregunte sinceramente quedando sorprendido.
     -Así es Miguel, Luis fue mi novio de toda la vida, el y su familia siempre han sido muy conservadores, le conocí con 14 años, nos hicimos novios hasta que cumplí los 25 y nos casamos.
     - Lidia ahora me dirás que fuiste virgen al matrimonio y ya me muero del susto.
     - Pues no te equivocas, así fue.
     - Intentas decirme que ese hombre tuvo durante siete años una novia tan bonita y maravillosa como tu y nunca intento llegar a mayores?
     - Si así es Miguel, me da un poco de vergüenza reconocerlo y hablar de esto pero el se conformaba solo con algunas masturbaciones y poco mas hasta que nos casamos.
     - Joder Lidia, discúlpame no quiero ser brusco ni poco educado pero ya te vale.
     - Si el caso es que yo alguna vez me insinuaba que estaba dispuesta a llegar a algo mas pero el nunca estuvo interesado, de hecho, aunque como supondrás no solo no soy una experta en el tema sino que estoy pegada.
     - Vale ahora solo falta que me digas que desde que te quedaste embarazada no habéis hecho el amor porque por ahí hay circulando un tabú cristiano que dice que solo se deben mantener relaciones para reproducir y que las embarazadas no pueden hacerlo durante los nueve meses?
Le pregunte simulando cierto mosqueo e incredulidad.
     - Si Miguel, yo también he estado creyendo que no se podia hacer hasta queee.
- Hasta que que?
Le pregunte mirándola fijamente a los ojos.
     - Hasta que vi el otro día en el ordenador una pagina de Internet que dejaste abierta.
     - Lo siento Lidia, fue un descuido por mi parte.
Le dije aparentando indignación, perdona si herí tu sensibilidad de verdad no quise...lo siento mucho.
     - El caso es que cuando vi la pagina al principio me dio mucho asco, después me asombre bastante, porque.
     - Porque quee, venga Lidia no dejes las frases a la mitad, estamos en confianza.
     - El caso es que esas chicas embarazadas hacen cosas que yo no sabia que se podían hacer, ni siquiera en la noche de bodas.
     - No es culpa tuya Lidia, seguro que eres una mujer genial y una compañera de viaje  maravillosa, si al lado tuyo hubiera un hombre con imaginación y sin complejos pero en fin, mi política es no inmiscuirme jamás en las relaciones de una pareja, pero una cosa si te digo aquí y ahora y espero que no te ofendas ni te lo tomes a mal, yo soy un hombre muy liberal, discreto y sincero, cualquier cosa que necesites de mi, aquí me tienes a tu absoluta disposición, sin compromisos, sin malos rollos OK?
     - Gracias Miguel.
Brindamos y nos sentamos a ver la televisión, a los pocos minutos sin que yo se lo dijera Lidia se tumbo con la cabeza en mis muslos como la noche anterior, yo comencé a acariciarle el pelo, esta vez su pijama tenia abierto dos botones y sus preciosos pechos blancos e hinchados se ofrecían a mi vista con la excepción de sus pezones, acaricie su barbilla y fui bajando mi mano suavemente y sin prisas hacia su pecho, rozando el inicio de sus turgencias, sin apresurarme, su piel era muy suave, no solo no expreso ningún rechazo sino que se acomodo de lado, no invitándome pero quizás sugiriéndome que le gustaba, le eche valor y bajé mis manos suavemente por uno de sus pechos aprisionando levemente su pezón, ella se movió y gimió levemente, estuve masajeándole y acariciándole el pecho, su tacto era  maravilloso, estuve así durante casi quince minutos hasta que ella se incorporo y se quedo mirándome, acerque mi cara a su cara poco a poco y busque sus labios, los encontré sin oposición nos fundimos en un beso, ella acariciaba mi cabeza, mi cuello, yo besaba su cara y los óvulos de sus orejas, desabroche totalmente la camisa de su pijama y pude ver sus hermosos pechos y su incipiente barriguita, comencé a lamer y chupar sus pezones y sus gemidos fueron aumentando, me encantaba chupar sus pechos, a eso hay que sumarle que los pechos de mi preñadita Lidia tenían una maravillosa textura y sabor y que su respuesta a mis caricias bucales eran tremendas, cuando llevaba diez minutos Lidia estaba a punto de correrse por segunda vez.
La mire entre cariñoso y sorprendido, ella tímidamente y bajando la mirada me confeso:
    - Siempre los he tenido muy sensibles, y ahora con el embarazo más todavía.
Continué lamiendo y chupando, acariciando su barriguita otro buen rato, mi mano iba haciendo progresos bajando entre la tela del pijama acercándose a su pubis, cuando llegó se encontró que su vello pubico era muy suave al tacto, al llegar a su rajita la encontré súper mojadísima, con los pelitos pegados, cuando localice su clítoris y comencé a acariciarlo y frotarlo suavemente además de seguir chupando alternativamente sus pezones, que me obsequiaban con un exquisito sabor, sus respiración siguió agitándose y sus gemidos eran mas continuos, de nuevo su corrida, su orgasmo, fue su desahogo, lo que percibí intenso y liberador, cuando se tranquilizó me dijo que se sentía avergonzada, me pidió disculpas por su comportamiento y se fue a su habitación, no hice ningún intento de seguirla para reanudar el juego, mi primera regla siempre ha sido el respetar la decisión de la mujer que esté conmigo. Me fui a la cama y no pude evitar hacer me una sonora paja a su salud.
Al día siguiente tuve varias reuniones y llegue bastante tarde a casa, la cena estaba preparada y servida en la mesa.
     - Hola miguel, vaya horas, espero que no creas que he abusado de tu hospitalidad y confianza porque haber sacado una botella de vino blanco de tu bodega.
     - Puedes sacar una y todas las que quieras preciosa, siempre será un placer compartirlo todo contigo.
Le dije mientras me dirigía a ella y la besaba en la boca, se sonrojo y agacho la mirada. Todo contestó ella con una mirada picara.
Todo le volví a repetir mientras me sentaba frente a ella y le pregunte.
     - Lidia has dormido bien?
     - Muy bien Miguel, aunque tarde un poco en dormirme por los ruidos que hacia tu cama, contesto un pelin picara.
     - Disculpa pero es que.
     - Miguel quien se tiene que disculpar soy yo por dejarte como te deje.
Me contestó sonriente. Cenamos y reanudamos nuestra rutina, ella volvió a tumbarse sobre mis muslos en el sofá, ambos mirábamos la televisión, ella se desabrocho la parte superior del pijama a modo de invitación, acepte el gesto y comencé a acariciar sus pechos, ya había confianza y ella gemía sin cortarse, sus tetitas duras, hinchadas y tersas eran un placer para mis dedos, me incorpore y la tumbe en el sofá, yo de rodillas sobre la alfombra besaba sus labios, besaba sus pechos y su barriguita cuando llegue al ombligo seguí bajando y ella sin decir nada se bajó el pantalón del pijama lanzándolo sobre el sillón de enfrente, no llevaba braguitas, cuando mi lengua llego a su rajita estaba inundada por sus jugos, los bebí, lamí y cuando localice su clítoris, fue fácil, ya estaba abultado por la excitación, me empeñe a tope en el alternado con penetraciones de mi lengua es su coñito, ella abrió las piernas y se entrego al placer, estuve casi media hora besando, lamiendo y comiéndole el coñito con premeditación, sintiendo caer un orgasmo tras otro hasta que tuve la sensación de que si no paraba me iba a correr allí mismo y tampoco era esa mi intención esa noche.
Cuando me incorpore la vi tumbada en el sofá abierta de piernas, estaba hermosa, con la cara sonrojada, las tetas erguidas, su barriguita prominente y el brillo mágico de su flujo inundando los pilitos de su pubis.
Me miro sonriente.
     - No te preocupes Miguel esta noche no me iré a la cama dejándote así.
Su mirada estaba posada en el bulto de mi pantalón, pero me tienes que ayudar por favor, no se que hacer ni como se debe hacer, solo te pido que me ayudes y cuando me penetres no me hagas daño, por el bulto del pantalón tu cosa es muy grande.
     -No te haría daño por nada del mundo preciosa mi niña.
Lo de mi niña le gustó, me desnude y ella miro fijamente mi pene, era la segunda de verdad que veía en su vida, cogí una de sus manos  y la lleve a mi pene, ella suavemente comenzó a pajearme sin saber mucho como hacerlo mientras exclamaba lo grande y dura que la tenía, yo de pie, ella sentada en el sofá, acerco sus labios a la cabeza de mi polla y la beso dulcemente, comenzó a lamerla mientras me pajeaba pausadamente. Subió su mirada y musito ingenuamente:
     -Debes disculparme es la primera vez que lo hago nunca se lo he hecho a mi marido.
A continuación se metió la cabeza del pene entre sus labios y comenzó a chuparmela, yo le decía.
     - Lo haces muy bien mi niña, Lidia preciosa.
Le decía mientras acariciaba su cabeza y su cabello, mis manos le marcaban el ritmo de la mamada.
     - Lidia te apetece venir a mi cama.
Ella se levanto sin responder con palabras, su mirada lo hacia por su garganta, estaba deseosa de sentirme en su interior, solo llevaba la parte superior del pijama abierta, estaba en la plenitud de su preñez, su  cuerpo era realmente hermoso, en ese momento en el que las mujeres están mas hermosas y mas deseosas de sexo, iba a ser la primera vez que me lo hacía con una preñada, según había leído, se corren como locas (y los hombres igualmente fallándolas), el jilipollas de Luis, “su marido” había declinado ese placer. Sería pedazo de imbecil.
En la cama ya los dos desnudos fue todo tierno y dulce, lo que Lidia deseaba y merecía, bese y lamí sus pechos hasta hacerla gemir de placer, bese y acaricie su sexo hasta que me decidí a penetrarla, abrí sus piernas, apoyé mis manos en el colchón flexionando mi cuerpo solo rozándolo para no lastimarla con el peso, mi polla busco y encontró la entrada de su mojada rajita, la penetre suavemente sin prisa, primero la punta y luego poco a poco me fui hundiendo hasta sentir mi polla hasta los testículos, su rajita era bastante estrecha, debido a que su marido la tenía pequeña, nadie había profanado su tesoro hasta esa noche, juraría que en momento de completar la penetración sentí como su cuerpo recibía una descarga, su sexo caliente abrazaba mi pene y lo estrujada como queriendo ordeñarlo, estaba encharcado de sus jugos, su respiración aumentaba por momentos siendo entrecortada y sinuosa, comencé un suave mete y saca rozando solo su cuerpo en mis embestidas, sin apretarme a su cuerpo para no lastimarla  pero hundiéndome hasta sentir los testículos impactar entre sus muslos, a los pocos minutos se había convertido en un mete y saca cada vez mas rápido. Lidia gritaba de placer retorciéndose de gusto bajo mi cuerpo arqueando su cintura hacia arriba cuando la sentía hasta el fondo, tumbada de espaldas con las piernas bien abiertas y sus manos en mi cintura yo coleándole a tope,  besando y mordiendo sus pechos, me corrí como hacia tiempo no lo hacía, mezclando sus jugos con mi semen en su rajita mientras a Lidia le temblaba todo el cuerpo del placer que sentía.
     - Ohhhh, Diossss, esto es maravilloso, el mejor polvo de mi vida, gracias Miguel, no sabía lo que era disfrutar del sexo hasta hacerlo contigo.
     - Gracias a ti mi niña preciosa, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Me deje caer un lado para no aplastar su cuerpo y abrazados en esa posición y con la polla toda dentro sintiendo como las paredes de su sexo me la estrujaba nos quedamos casi dormidos, no se el tiempo que paso pero cuando volví a la realidad sentí que mi polla aun estaba dura dentro del coñito de Lidia y la presión que este seguía haciendo sobre ella, hacía movimientos musculares con su rajita apretándome la polla, suavemente en esa posición comencé a culearle y sin sacársela, pasados unos minutos la hice poner a cuatro patas sobre la cama con la cabeza apoyada sobre el cabezal de la cama, fue apoteósico, acariciaba su barriguita preñada, masajeaba sus pechos, pellizcándole los pezones y fallándola a cuatro patas sin contemplaciones, sentí como se corría de gusto varias veces seguidas entre gemidos y jadeos profundos, ella seguía pidiendo mas y mas.
     - Miguel, Miguel, ay, ay que gusto ohhh, que gusto ay, ayyyy, como me follas, la estoy sintiendo toda dentro que gusto me das, como me follas, sigue, sigue no pares, dame mas, mas Mass ahhhhhhhh.
     -Así me gusta mi preñadita, que te guste que te folle, con tu coñito bien abierto y mojado, como me gusta hundirme hasta el fondo.
     - Si siiii Miguel, ay que gusto me das, clávamela toda.
     - Eso estoy haciendo, te voy a llenar todo el coñito de elixir.
     -Siiiiiii, lléname, dámelo todo, ay, ayyyy, como me estas llenando, si, siíí,  me vuelves loca.
Esta vez a mi me temblaron hasta los pelos de la coronilla, clavándosela hasta la raíz se la deje dentro y me corrí en sus entrañas sintiendo como salía el semen a borbotones y como ella apretaba su rajita ordeñándome y recibiéndola, a cada embestida el semen le bajaba por sus muslos.
     -Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, tómala todoaaa mi niña, toda para ti.
     -Ayyyyyyyy. Siiiii, dámela toda, corretee en mi coñito, ayyyyy, como la siento en mis entrañas,, toda para mi, siiiiii.
Los dos sudamos a tope, me sentía pletórico tras el pedazo de polvo que acababa de echarle a mi preciosa preñadita.
A partir de esa noche de lunes a viernes vivimos como marido y mujer follando como locos, el curso de Lidia paso de durar tres semanas a durar mas del doble, lo hicimos de todas las posturas y maneras que el imbecil y recatado de su marido le había negado por su asqueroso puritanismo machista. En su ultima semana en casa y mientras mirábamos en Internet fotos de preñadas que se lo hacían con tíos se quedo impresionada al ver como una chica preñada de casi ocho meses se lo montaba con un negro con una imponente polla, se la metía por el culo, dándome un codazo cómplice y con una sonrisa me dijo:
     - A mi no me mandas para Lérida sin que yo pruebe eso.
Yo encantado le respondí pero ya sabes que mis medidas no son las del negro precisamente.
     -Ya quisiera mi marido tenerla ni la mitad que la tuya y darme el gusto que me das tu, la del negro puede ser mas grande pero seguro que no me daría ni la mitad del gusto que tu me das, la tuya me gusta mas.
No dije nada, para que, la verdad es que después de su parrafada su comentario era impagable.
Esa noche después de cenar y el calentamiento previo en el sofá nos pusimos manos a la obra, volví a darle unos buenos lengüetazas en todo su cuerpo entreteniéndome mas entre sus piernas que la hicieron gritar del gusto, primero le metí un dedo en su virgen culito y después otro lubricándolo bien con crema hidratante, cuando la vi lo suficientemente caliente y dispuesta lo hicimos de una forma  que no le incomodara su barriguita, primero yo sentado en una silla y ella dándome la espalda sentándose sobre mis piernas intentaba metérsela. Tres veces le entró el capullo y tres veces se lo saco quejándose del dolor, decía que se le iba a romper su culito, a la cuarta fue la vencida, el capullo le entro, yo le abrí los muslos hacia fuera y le entró la polla hasta la mitad, ella seguía quejándose del dolor, me quede quieto para que se acomodara y comencé a acariciarle los pechos y el clítoris, poco a poco, el gusto y el cansancio de la posición hizo que se fuera dejando caer sobre mi hasta que se quedo bien apretada sentada sobre mis piernas, lo que es lo mismo con mi polla toda hundida dentro de su estrecho culito hasta los testículos, la sensación era deliciosa, sus nalgas pegadas a mis huevos, sus piernas abiertas con su rajita dispuesta a las caricias de mis dedos, mi otra mano libre acariciaba su barriguita y magreaba sus pechos alternativamente, primero uno y después el otro, en pocos de minutos era ella la que se levantaba para volver a sentarse y clavársela hasta el fondo, se la sacó y se dio la vuelta abierta de piernas entre las mías se la volvió a poner en la entrada de su culito y dejándose caer  se lo hundió hasta el fondo, esta vez con menos dolor, en esa posición abrazados nos besábamos, era ella la que se movía, se  levantaba y volvía a dejarse caer hasta sentirla toda dentro de su culito, mi preñadita se movía levantadote y sentadonse cada vez mas rápido, se la sacaba casi entera dejando solo el capullo dentro y se la volvía clavar hasta la raíz de nuevo, en pleno éxtasis Lidia se desinhibió completamente y comenzó a decir frases entrecortadas algunas bastante subidas de tono que me puso fuera de mi.
     -Ay¡ Miguel, Miguellll, ay, que me haces? como me la metes, ayyy mi culito, me lo has roto, ay Miguel como me gusta también por el culo, si, si¡iii, como la siento, como siento lleno mi culito.
     - Eso es preñadita mía, sigue moviéndote que me voy a correr en tu culito, siente que  telo voy a llenar todo.
     -Ay¡ ayyy Miguel que gusto siii. Si, llénamelo, llénamelo, ayyyy, me lo estas destrozando, ayyyy que gusto Miguel, por dios que gustoooooo, ohhhhhh.
     -Ay Miguel, me muero de gustó me la tienes bien clavada, ayyyy ahhhh ohhhh.
La corrida fue abundante e inenarrable, cada vez que mi polla expulsaba un chorro de leche caliente en sus entrañas ella apretaba el culo y gritaba.
     - Guauu¡¡ ohhhhh, que gustazo, que caliente esta tu leche, como la siento dentro de mi culo, mas caliente que en mi coñito.
Me decía casi gritando moviendo su culito mientras me derramaba en su interior hasta dejar mis huevos secos. Que bueno es follar con una preñada, tienen un especial sentido para hacerlo y Lidia además era una mujer fogosa y maravillosa.
Ese fin de semana ella se fue a Lérida, su pueblo, a los pocos meses antes de dar a luz mando a la mierda a su marido con el consiguiente escándalo familiar. Nos seguimos viendo durante una temporada, a veces se pasaba una semanita por Barcelona con la excusa de algún curso y se venía a mi casa, cuando su hija ya había cumplido dos años me anunció que se iba a estados unidos a Boston a trabajar a un hospital, Antes de un año me envió un email en el que me anunciaba su nueva maternidad y esta vez había sido niño y que pensaba llamarlo Miguel en honor a nuestra amistad, pasaron los años y perdimos el contacto pero para mi siempre es y será mi preñadita.